Los Sikhs: Historia, identidad y religion

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by Agustin Paniker
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Overview

Los sikhs constituyen una comunidad social y religiosa con un sentido de identidad muy acusado. No en vano, en sus cinco siglos de historia el sikhismo ha sabido desmarcarse del hinduismo y del islam. Todo el mundo reconoce al sikh varón, de luenga barba y prominente turbante. ¿Y quién no ha oído hablar del extremismo sikh, que no hace tanto perseguía el establecimiento de una nación independiente en el Punjab? Los sikhs forman una parte esencial del complejo entramado de la India actual. Ahora bien, para poder aproximarnos a la realidad de los veintitantos millones de sikhs, resulta imprescindible conocer su historia y los rasgos esenciales de su religión. Con el rigor que le caracteriza, pero asimismo con soltura y ánimo divulgativo, Agustín Pániker nos adentra primero en la dinámica histórica de los sikhs: desde los orígenes con Gurû Nânak (siglo XVI), la expansión y transformación de la comunidad, el establecimiento de la orden militante de la Khâlsâ por el décimo Gurû, los movimientos reformistas y políticos de finales del siglo XIX o principios del XX, hasta la problemática contemporánea. A continuación, Pániker analiza los rasgos esenciales de la doctrina sikh, la centralidad de su Libro sagrado, el Gurû Granth Sâhib, sin dejar de lado las prácticas esenciales del sikhismo. También se tocan las cuestiones candentes de la sociedad: las castas, el género o la diáspora. En definitiva, una obra amena y completísima para introducirnos en el rico universo de los sikhs, de la mano de uno de los grandes conocedores de las tradiciones índicas.

Product Details

ISBN-13: 9788472457706
Publisher: Editorial Kairos
Publication date: 05/01/2008
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 368
File size: 4 MB
Language: Spanish

About the Author

Agustín Pániker (Barcelona, 1959) es editor y escritor. Ha sido co-director del programa radiofónico "L'Hora de la Ciència" (1984-1985) y director de la revista Ser uno mismo (1990-1991). Ha publicado (siempre en Kairós) El jainismo: historia, sociedad, filosofía y práctica (2001), Índika: una descolonización intelectual (2005), Los sikhs: Historia, identidad y religión (2007), El sueño de Shitala (2011) y La sociedad de castas (2014).  Es profesor en el "máster de religiones y sociedades" de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. Ha sido profesor en el "máster d'història de les religions" de la UAB-UB, en el "máster en estudios de Asia y Pacífico" de la UB y en el "máster en inmigració i educació intercultural" de la UB.  Es presidente de la fundación Ramuni Paniker Trust dedicada a la ayuda en la educación a niñas y niños necesitados de la India y al intercambio cultural entre el Sur de la India y España. Ha escrito numerosos artículos en revistas de divulgación y en publicaciones universitarias sobre las sociedades, las religiones y las culturas del mundo. Colabora en distintos medios de comunicación y con frecuencia da seminarios y conferencias sobre distintos aspectos de la India y Asia.

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Los Sikhs

Historia, Identidad y Religión


By Agustin Paniker

Editorial Kairós

Copyright © 2007 Agustín Pániker
All rights reserved.
ISBN: 978-84-7245-770-6



CHAPTER 1

EL CONTEXTO


El sikhismo es una tradición íntimamente ligada al Punjab: la Tierra de los Cinco Ríos. Esta fértil región comprende un vasto territorio (más o menos del tamaño de España) de llanos interfluviales (doabs) en el curso medio del río Indo y sus afluentes (Sutlej, Beas, Ravi, Chenab y Jhelum). Al Norte, los montes Shivalik lindan con Cachemira y los Himalayas. Al Sur, las zonas áridas próximas al desierto de Thar. Al Oeste, las cadenas montañosas penetran en Afganistán y Balochistán. El límite Este, donde se abren los valles de la cuenca del Ganges, ha sido siempre el más fractal y fluctuante. En la actualidad, esta región –o país– está repartido entre los estados indios de Punjab y Haryana y el estado paquistaní de nombre también Punjab [véanse los MAPAS 1 y 2].

Todavía hoy un 76% de los sikhs del mundo vive en los estados indios de Punjab y Haryana. Y del 24% restante, una inmensa mayoría es de origen punjabí. El sikhismo es inseparable de la tierra, la sociedad y la cultura punjabíes.

El censo de la India de 2001 registró 19,2 millones de sikhs; lo que representa el 1,87% de la población de la India (Krishan 2005: 239). Se calcula que el número de sikhs fuera de la India ronda los 2,2 millones. Por tanto, a principios del siglo XXI, la población mundial que se ha declarado sikh superaba los 21 millones [véase CUADRO 4].


El Punjab en los siglos XV y XVI

Desde hace milenios el Punjab ha formado uno de los núcleos de eso que hemos convenido en llamar civilización índica, o, por utilizar un término menos gastado, continente índico (Pániker 2005: 71). No en vano junto al río Ravi se encuentra el yacimiento de Harappa, que hace cinco mil años fue una de las "capitales" de la civilización del Indo, contemporánea de las de Mesopotamia, Egipto o la antigua China. Y tan avanzada como aquéllas. Probablemente fue también en el Punjab donde tuvo lugar la síntesis védica; esto es, la religiosidad de las capas nobles (aryas) de la India de entre el –1500 y los albores de nuestra era. Los textos védicos (Vedas), custodiados y transmitidos oralmente hasta nuestros días por las castas de liturgistas y sacerdotes –que genéricamente llamamos brahmanes (brahmanas)–, se refieren una y otra vez a esta región como la Tierra de los Nobles. Paulatinamente, el centro de gravedad de la cultura védica y brahmánica iría desplazándose hacia el Este, hacia los llanos del Ganges (tierra de la mística de las Upanisads, del origen del budismo y del jainismo, y la tierra que daría a luz a los primeros imperios indios), pero el Punjab se mantendría como uno de los focos culturales más importantes del Norte de la India. Fue en esta zona donde el sánscrito adquirió su forma clásica. Allí fue donde arribaron los griegos en el siglo –IV y alumbrarían culturas híbridas. Desde los centros de enseñanza del Punjab el budismo se propagaría hacia Afganistán y, por la ruta de la seda, alcanzaría China.

Dada su proximidad con Persia y Asia Central, desde siempre el Punjab ha constituido una de las puertas de entrada al continente índico. Persas, griegos, escitas, hunos ... han dejado su huella en el Punjab; también su sangre; y sus genes ... (sabido es lo reacios que son los pueblos invasores a llevar a "sus" mujeres en sus campañas). Fue a través de esa zona liminal por donde los pueblos turco-afganos de los siglos XI, XII y XIII, que ya eran suníes, penetraron en la India. De entre todas las regiones del Sur de Asia, el Punjab ha sido una de las que ha tenido un período de contacto con el islam y ha sido gobernada por musulmanes durante más tiempo. El impacto del islam en todos sus aspectos (militar, político, religioso y social) se sintió de manera muy profunda (Banerjee 1971: 30).

Guru Nanak (1469-1539), el místico, poeta y maestro que sentará las bases del sikhismo, fue testigo de la caída del gigantesco Sultanato de Delhi –que, entre 1206 y 1526, había ocupado buena parte del Norte de la India bajo seis dinastías diferentes– y de la emergencia del todopoderoso Imperio Mogol –que, entre 1526 y 1739, controlaría el Norte y el Centro del continente índico– [véase CUADRO 1].

Los primeros cincuenta años de la vida de Nanak fueron políticamente estables, bien que tres gobernantes Lodi se sucedieron en el trono de Delhi. Luego comenzaron las turbulencias. Babur, el primer emperador mogol, realizó nada más y nada menos que cinco incursiones en ocho años hasta capturar el Sultanato de Delhi. Se cometieron numerosas atrocidades y Nanak, el poeta, escribiría:

«Esta Edad Corrupta es como el machete; los reyes son carniceros; la bondad ha tomado alas y ha volado. En esta noche oscura de la falsedad, la luna de la Verdad ya no es visible. He buscado por doquier; estoy desconcertado. En esta oscuridad, no encuentro la salida» (Adi Granth: 145).


Mucho se ha escrito sobre si hay que tomar literal o alegóricamente estos versos. ¿Está Nanak describiendo las invasiones mogolas? ¿Muestran este tipo de versos sus preocupaciones políticas? Todo hace pensar que en estos pasajes el comunicado de Nanak seguía siendo eminentemente religioso y no político. Estoy de acuerdo con W.H. McLeod (1997: 100-101) en que estos versos no se refieren a las condiciones específicas del Norte de la India de principios del siglo XVI; mas remiten a la presente era cósmica, la Edad Corrupta (kali-yug). Acto seguido, Nanak proclamará la senda que nos liberará del sufrimiento, el egotismo y la ignorancia: «en esta Edad Oscura del kali-yug la melodía de alabanza al Señor ha aparecido como una Luz en el mundo» (Adi Granth: 145). Sin duda Nanak comenta eventos históricos, hechos que a buen seguro presenció en persona (Adi Granth: 417-418); pero siempre como telón de fondo para proclamar la verdadera senda espiritual. Como sostiene McLeod (1968: 136), para él, estos incidentes históricos expresan una verdad religiosa –y no tanto política–. Constituyen una triste prueba de que la Justicia Divina no puede ignorarse y que la incorrección será castigada. Puesto que los gobernantes Lodi actuaron de forma contraria al Orden Divino, pagaron el precio de su nesciencia.


Hecha la matización, es asimismo impepinable que los sultanes y los gobernantes no siempre deslumbraron por sus buenas maneras. Los cronistas de la época no cesaban de instigar a los generales y emperadores a acabar con los signos de la infidelidad. Desde luego, no está ni mucho menos claro que se siguieran las recomendaciones de los clérigos más conservadores, cuya retórica les obligaba a exigir la condena, la conversión forzosa y hasta la muerte del infiel. Yo mismo he cuestionado en otra obra la historiografía colonial-nacionalista que proyecta un enfrentamiento entre hindúes y musulmanes en un pasado lejano y –tomando de forma literal las crónicas cortesanas– únicamente ve una hostilidad connatural entre ambas religiones (Pániker 2005: 212-260). Está claro que los gobernantes del Sultanato de Delhi, del Imperio Mogol o de los pequeños sultanatos que existían en la India Central fueron más pragmáticos y realistas de lo que las crónicas panegíricas cuentan. Pero eso no quita que muchas atrocidades se cometieron contra la población no musulma-na. Sikandar Lodi, por ejemplo, destacó por una temeraria política de destrucción de templos; no sólo en época de guerra. Significativamente, también prohibió algunas peregrinaciones islámicas. A las mujeres musulmanas les impidió visitar los mausoleos de jeques sufíes. La población no- musulmana debía pagar la "tasa de protección" (jiziya) y, en algunas regiones, también un impuesto de peregrinación.

Para el establishment coránico, el hindú aparecía como el paradigma del idólatra, politeísta e infiel (kafir). Estereotipo que, naturalmente, tenía su reverso en la doxa brahmánica. Para las capas conservadoras de los hindúes el musulmán representaba el arquetipo del innoble y carnívoro bárbaro (mleccha). Como respuesta a la presión fiscal de los gobernantes mahometanos algunos hindúes optaron por boicotear a musulmanes en comercios y trabajos. Desde luego, el grueso de la población, seguidor de una u otra religión, mantuvo y ha mantenido relaciones más positivas de lo que generalmente se escucha. Todavía hoy, no deja de ser antropológicamente fascinante la síntesis índica en lo que a gastronomía, música, vestimenta, mitología o culto respecta. Un "atávico" enfrentamiento entre hindúes y musulmanes tiene bastante de tradición inventada. Pero en lo que atañe a líderes políticos y religiosos, hay que reconocer que entonces se estaban sentando las bases que conducirían al "comunalismo" declarado de finales del siglo XIX. Y que la llegada del islam contribuyó decisivamente a descentrar la hegemonía brahmánica en el Punjab.

Con todo, en la administración del Sultanato hallábanse no pocos hindúes. En el Punjab, muchos khatris y brahmanas aprendieron persa y trabajaban en la administración. De hecho, Guru Nanak no menciona en ninguna parte que existiera una confrontación entre musulmanes e hindúes. Estaba al corriente del dominio sociopolítico de los primeros y fue muy crítico con el establishment coránico; pero no fue menos severo con los "colaboradores" hindúes (Grewal 2004: 51).

Puede que el panorama social no fuera halagüeño. La sociedad india empezaba a dar consistencia al llamado "sistema de castas". Aunque la ideología de la que bebe dicha sociedad pueda remontarse hasta los antiguos textos védicos, fue en el siglo XVI que el llamado sistema de castas empezó a cosificarse y extenderse por buena parte de la India. (La pan-indización de la casta, no obstante, aún tardaría doscientos años en cuajar.) En especial, la condición de algunos intocables (candalas) y de otros colectivos que lindaban con la "línea de polución" era penosa.

Por supuesto, tampoco las capas ritualmente altas escapaban a los tabúes de casta. En particular, la sección femenina de las castas de sacerdotes (brahmanas), guerreros (rajputs), comerciantes (banias, khatris) o hacendados (jats). Las niñas se daban en matrimonio en edad pre-púber y la situación de muchas viudas era miserable. Ello no quitaba, desde luego, que las mujeres fueran –y sean– las depositarias y transmisoras de buena parte de la cultura punjabí. Está claro que han ejercido una influencia sobre la sociedad y sus costumbres muy superior a la que se desprende de una mera lectura textual de la historia. Pero desde la ideología de un brahmana toda mujer era igual a un siervo (sudra). Y desde la óptica del 'alim musulmán, lo mejor para ellas era la reclusión y el uso del velo en público(parda). Tanto los brahmanas como los 'ulama's temían la amenaza que representaban los grupos devocionales (hindúes o sufíes), ya que todos incorporaban un fuerte elemento de protesta frente a los valores establecidos.

En lo económico, no obstante, el Punjab conoció un extraordinario auge entre el 1300 y el 1600. Con la instauración del Imperio Mogol, la provincia de Lahore se convirtió en una de las más prósperas de la India, tanto en la manufactura como en la agricultura o el comercio. Puede que a finales del siglo XVI la ciudad de Lahore fuera una de las más grandes metrópolis del planeta.


El paisaje religioso

El paisaje religioso del Punjab en época de Nanak era, como en otras partes de la India, extremadamente cromático.


Las tradiciones islámicas

El islam "oficial" gravitaba alrededor de las mezquitas y estaba en manos de los clérigos ('ulama's, mullahs) y jurisconsultos (qazis). Las instituciones de estudio y de culto eran apoyadas por los dirigentes. El islam dominante era –y sigue siendo– el suní, con una importante minoría chií.

Pero el islam que mejor cuajó en el Punjab fue la modalidad popular del sufismo. Los sufíes (sufis) enfatizaban la inmanencia de Dios y la relación amorosa entre Allah y los humanos. El jeque (shaykh) era el guía (pir) que mostraba el camino al discípulo. Una de las prácticas más importantes del sufismo consistía en el "recuerdo de Dios" (dhikr). La repetición del nombre de Allah era la preferida. Pero el canto lírico devocional también era muy estimado. En cualquier caso, el ego debía extinguirse (Fana') para subsistir en Dios (baqa'). Por lo general, y tal y como decía antes, los sufíes han sido proclives a extender el mérito espiritual a las mujeres y a las clases y grupos sociales más bajos.

De entre todas las órdenes sufíes (tariqas), la Chishtiyya era –y es– la más extendida en el Sur de Asia. Uno de suspirs más queridos había sido baba Farid (1173-1265), un santo punjabí que proclamó un pietismo austero y una vía de salvación con gran énfasis en el servicio a la comunidad. Hoy sigue siendo muy venerado. Su mausoleo erigido en Pakpattan (Punjab paquistaní) es visitado diariamente por una muchedumbre.

Para los chishtis el hajj o peregrinaje a La Meca no era tan meritorio como el tiempo que uno podía pasar junto alpir (Ernst 1992: 125). Como reza un dicho suyo: «sólo aquellos que no tienen pir van de peregrinación» (en Puri 1993: 19). Este talante no siempre fue visto con buenos ojos por la ortodoxia de los 'ulama's.

Por lo que hoy sabemos, en los siglos XV y XVI sólo una discreta porción de la población punjabí se había convertido al islam. De hecho, yo soy de los que piensan que el concepto "conversión" es, en lo que al continente índico respecta, un desarrollo esencialmente moderno (Pániker 2005: 244-249). En el Sur de Asia, lo que en retrospectiva hemos llamado "conversión al islam" es un tipo de «creatividad religiosa» (Eaton 2003a: 16) que sería sano reimaginar menos como un cambio de bando brusco y deliberado y más como una reubicación de prácticas, creencias e identidades. Nada sugiere, al parecer de Richard Eaton (2003a: 16), «que entre comunidades al completo ocurriera ningún "borrón y cuenta nueva" de identidad religiosa de manera consciente o contundente. Lo que más bien indica la evidencia es un casi glaciar proceso de evolución religiosa que fue tan gradual en su andadura que pasó inadvertido tanto a los observadores de dentro como a los de fuera».

Las capas más altas de la sociedad islámica provenían de los clanes turco-afganos que habían conquistado el Norte de la India. Ellos eran los más fervientes defensores de la ortodoxia suní y los patrocinadores de sus instituciones. Los "conversos" provenían especialmente de grupos como losjats, la principal casta campesina del Punjab, o de colectivos de estatus relativamente bajo según la ideología brahmánica. En la sociedad musulmana del Punjab una marcada barrera dividía a los "nobles" de ascendencia árabe, persa o centroasiática, de los "morenos" conversos del Hindustán.


Las tradiciones hindúes

La doxa hindú estaba en horas bajas. Aunque se hace difícil hablar de una religión llamada hinduismo antes del siglo XVIII, está claro que la tradición letrada de losbrahmanas ha formado desde tiempos muy antiguos algo así como el pulmón de la familia de religiones hindúes. Con la instauración del Sultanato de Delhi, a principios del sigloXIII, los brahmanas habían perdido su tradicional mecenazgo. Formaban el elemento más conservador de la sociedad hindú; en cierto sentido, la contrapartida de los 'ulama's, pero sin el patrocinio del Estado. Los brahmanas participaban en la administración, en la educación, controlaban el culto en los grandes templos, dirigían los sacramentos de las familias de rango, etcétera. La sección "intelectual", la de los hombres letrados o panditas, se centraba en el estudio y el cultivo de las ciencias tradicionales.

Otros colectivos de peso en el Punjab eran los formados por las castas terratenientes y aristocráticas (los khatris), muchos de los cuales se dedicaban a la banca y al gran comercio. Esta poderosa casta se mostró muy adaptable a las nuevas circunstancias políticas y supo aprovecharse del gran crecimiento económico de la India de tiempos del Sultanato. Otras castas comerciantes de importancia en el Punjab eran los aroras y los llamados banias. En el campo, los terratenientes rajputs y los grandes agricultores jats dominaban el paisaje.

En época de Nanak todavía existían pequeños reductos de budismo tántrico en las colinas del Norte del Punjab. En los llanos también podían encontrarse monjes y monjas jainistas, que poseían cierta masa de seguidores entre los comerciantes.


(Continues...)

Excerpted from Los Sikhs by Agustin Paniker. Copyright © 2007 Agustín Pániker. Excerpted by permission of Editorial Kairós.
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Table of Contents

Contents

Prefacio,
I. Dinámica histórica,
1. El contexto,
2. La tradición de los sants,
3. Guru Nanak,
4. La expansión del sikhismo,
5. La transformación del sikhismo,
6. La Khalsa,
7. Hacia el Khalsa Raj,
8. El factor colonial,
9. El espíritu de reforma,
10. La politización del sikhismo,
11. Las particiones del Punjab,
12. El Khalistán y el extremismo sikh,
II. Estructura religiosa y social,
13. Las Escrituras de los sikhs,
14. Doctrina,
15. La práctica interna,
16. Las formas externas,
17. Las sectas,
18. La sociedad sikh,
19. La diáspora sikh,
Glosario,
Bibliografía,

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