Si Stendhal aspiraba a una prosa tan reticente como la del Coacute;digo Civil, Piglia aspira a la de un acta policial. Esto es, a no hacer "literatura" sino intentar "el registro estilístico y el gesto metafórico (como lo llamaba Brecht) de los relatos sociales cuyo tema es la violencia ilegal". Así lo declara en el epílogo de Plata quemada. Lenguaje llano, entonces, liso de metáforas. Más bien pedestre: el de la calle, el de la gente incapaz de expresar algo más que una demanda de necesidades primarias. Dinero, ante todo, y simultáneamente sexo, que no necesita del habla. También, la jerga del cronista policial, con las muletillas consabidas, y los lugares no menos comunes de las declaraciones oficiales sobre temas comprometidos. Erigir desde tal premisa una tragedia, en el sentido clásico, es una empresa ardua. Dos coordenadas acotan la narración: el tiempo y la claustrofobia. El tiempo es el auténtico protagonista de esta historia verídica. Es la irrupción de lo imponderable en la afinada cronología delictiva lo que provoca el fracaso de los criminales.
La novela Plata quemada cuenta una historia real. Se trata de un caso de la crónica policial que tuvo como escenarios Buenos Aires y Montevideo en 1965. En el mes de septiemre de ese mismo año, una banda de ladrones asalta un banco en San Fernando, provincia de Buenos Aires. Junto con los criminales, también participan varios políticos y policías que se obtendrían su parte del botín, una vez que el robo funcionara. Finalmente el plan se cumple. Sin embargo, en la huida, los asaltantes deciden traicionar a sus socios y escapar con todo el dinero, pero la policía no lo va a permitir que logren su cometido.
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Plata quemada
La novela Plata quemada cuenta una historia real. Se trata de un caso de la crónica policial que tuvo como escenarios Buenos Aires y Montevideo en 1965. En el mes de septiemre de ese mismo año, una banda de ladrones asalta un banco en San Fernando, provincia de Buenos Aires. Junto con los criminales, también participan varios políticos y policías que se obtendrían su parte del botín, una vez que el robo funcionara. Finalmente el plan se cumple. Sin embargo, en la huida, los asaltantes deciden traicionar a sus socios y escapar con todo el dinero, pero la policía no lo va a permitir que logren su cometido.
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