Ser papá: Saboreando esos momentos dados por Dios

Ser papá: Saboreando esos momentos dados por Dios

by Max Lucado
Ser papá: Saboreando esos momentos dados por Dios

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by Max Lucado

eBook

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Overview

Rebosante de intemporales historias y citas que inspiran, este libro de Max Lucado sobre la paternidad es el regalo perfecto para mostrar a Papá lo mucho que él significa para la familia.

Los papás son un género único. Pueden ser fuertes y firmes, y a la vez comprensivos y amables. Puede que no estén al corriente de la lista de éxitos de los Top 40, pero conocen la palabra correcta que decir en un momento de tranquilidad. Siempre están ahí para proveer, para echar una mano, o para ser nuestros mayores animadores.

Max Lucado capta perfectamente los sinceros sentimientos que millones de lectores comparten sobre lo que significa ser un papá. Lleno de citas e historias compiladas de otros libros de Max, este regalo rebosa de pensamientos inspiradores sobre la paternidad de uno de los autores favoritos de América.

 

Product Details

ISBN-13: 9780718001148
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 02/24/2015
Sold by: HarperCollins Publishing
Format: eBook
Pages: 192
File size: 2 MB
Language: Spanish

About the Author

About The Author

Desde que entró en el ministerio en 1978, MAX LUCADO ha servido en iglesias de Miami, Florida; Río de Janeiro, Brasil; y San Antonio, Texas. Actualmente sirve como ministro de enseñanza de la Iglesia Oak Hills en San Antonio. Ha recibido el Premio Pinnacle 2021 de la ECPA por su destacada contribución a la industria editorial y la sociedad en general. Es el autor inspirador más vendido de Estados Unidos, con más de ciento cuarenta y cinco millones de productos impresos.

Siga su sitio web en librosdelucado.com

Read an Excerpt

Ser Papá

Saboreando esos momentos dados por Dios


By Max Lucado, Graciela Lelli

Grupo Nelson

Copyright © 2015 Grupo Nelson
All rights reserved.
ISBN: 978-0-7180-0114-8


CHAPTER 1

Mis hijas ya están muy crecidas para esto, pero cuando eran pequeñas, en la cuna y con pañales, yo llegaba a casa, gritaba sus nombres y las veía venir con sus brazos extendidos y chillando de alegría.

Por los siguientes minutos hablábamos del lenguaje del cariño. rodábamos por el suelo, les acariciaba la barriga, les hacía cosquillas y nos reíamos y jugábamos. Nos alegrábamos con la presencia del otro. No me pedían nada como no fuera: «Juguemos, papá». Yo no les exigía nada, como no fuera: «No le pegues a papá con el martillo».

Mis hijas me dejaban que las quisiera.

Como Jesús


Nuestros hijos primero fueron sus hijos ... Tendemos a olvidarnos de este hecho y consideramos a nuestros hijos como «nuestros», como si tuviéramos la última palabra en cuanto a su salud y su bienestar. No la tenemos. Toda la gente le pertenece a Dios, incluyendo los pequeñitos que se sientan a nuestra mesa. sabios son los padres que en forma regular le dan los hijos de nuevo a Dios.

Sin temor


Un padre es aquel que en tu vida provee para ti y te protege.

Todavía remueve piedras


DELEITTE, MI HIJA Y YO

Recuerdo algo muy gracioso que me ocurrió cuando me disponía a comenzar el corre y corre del día, y que me obligó a mover la palanca de cambio a neutro. Justo cuando ya me había enrollado las mangas, justo cuando el viejo motor comenzaba a ronronear, justo cuando el vapor comenzaba a salir, Jenna, mi hijita recién nacida, necesitaba que la sacaran de la cuna. Le dolía el estómago. Mamá estaba en el baño, así que era el turno de papá para arrullarla.

Jenna tenía tres semanas de nacida. Al principio, intenté hacer las cosas con una mano y aguantarla con la otra. Te estás sonriendo. Lo has intentado también, ¿cierto? Tan pronto me di cuenta que aquello era imposible, también me di cuenta que no era, para nada, lo que quería hacer.

Me senté y la sostuve con su barriguita apretada contra mi pecho. Eella comenzó a relajarse. Un enorme suspiró escapó de sus pulmones. Sus quejidos se convirtieron en gorjeos. Se fue resbalando en mi pecho hasta que su orejita quedó justo sobre mi corazón. Een ese instante, sus brazos se pusieron flácidos y se quedó dormida ...

Adiós, agenda. Te veo luego, rutina. Rregresen mañana, fechas de entrega ... Hola, deleite, te doy la más cordial bienvenida.

Allí estábamos sentados, deleite, mi hija y yo. Bolígrafo en mano, libreta de notas en la espalda de Jenna. Eella nunca recordará este momento y yo nunca lo olvidaré.

Con razón lo llaman el Salvador


Nunca superamos nuestra necesidad del amor de un padre. Estamos ansiosos de recibirlo.

Gracia


Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa. Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud. Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas.

Salmos 127.3–5


PAPÁS DESESPERADDOS VAN A JESÚS

Jairo es el líder de la sinagoga. Eeso tal vez no signifique mucho para ti y para mí, pero en los días de Cristo el líder de la sinagoga era el hombre más importante de la comunidad. La sinagoga era el centro de la religión, la educación, la dirección y la actividad social. Eel líder de la sinagoga era el líder religioso mayor, el profesor de mayor rango, el alcalde y el ciudadano de mayor renombre, todo eso en uno.

Jairo lo tiene todo. Seguridad de empleo. Una acogida asegurada en la cafetería. Un plan de jubilación. Golf todos los jueves y un viaje anual pago a la convención nacional.

¿Quién pudiera pedir más? Y sin embargo Jairo quiere más. Necesita pedir más. De hecho cambiaría todo el paquete de beneficios y privilegios por una sola seguridad: que su hija viva.

Eel Jairo que vemos en esta historia no es el líder cívico de visión clara, túnica negra y bien arreglado. Een lugar de eso es un hombre ciego que ruega por un regalo. Cayó a los pies de Jesús «y le rogaba mucho, diciendo: mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá» (Marcos 5.23).

Él no regatea con Jesús. («Hazme un favor y veré que cuiden de ti de por vida».) Él no negocia con Jesús. («Los tipos de Jerusalén están un poco irritados por causa de tus extravagancias. Te propongo algo, arréglame este problema y haré algunas llamadas ...».) No presenta excusas. («Por lo general, no estoy tan desesperado, Jesús, pero tengo un pequeño problema».)

Simplemente ruega.

Eexisten momentos en la vida en los cuales todo lo que tengas para ofrecer no es nada en comparación con lo que necesitas recibir. Jairo se encontraba en una situación semejante. ¿Qué pudiera ofrecer un hombre a cambio de la vida de su hija? De manera que no hay juegos. No hay regateo. No hay mascaradas. La situación es absolutamente simple: Jairo está ciego ante el futuro y Jesús conoce el futuro. Por eso pide su ayuda.

Jesús, que ama un corazón sincero, accede a brindársela.

Y Dios, que sabe lo que significa perder a un hijo, da poder a tu hijo.

Todavía remueve piedras


Cada año Dios hace un presente a millones de parejas: un bebe recién nacido ... Llas madres y los padres enfrentan una decisión. ¿Hharemos a nuestros hijos según nuestra imagen? ¿Oo les dejaremos asumir las identidades que Dios les ha dado?

Llos padres pueden como nadie abrir las puertas para que brote lo extraordinario de sus hijos. Como padres, aceleramos o retardamos, liberamos o reprimimos los dones de nuestra prole. Eellos pasarán una gran parte de su vida beneficiándose o recuperándose de nuestra influencia.

Cura para la vida común


Los hijos son como el cemento fresco. Lo que se les modela, deja huellas en su carácter.

—Max


NO ES POR LAS GUARNNI CCIONNES; ES POR EL PPA PADRE

Uno de los recuerdos más gratos de mi infancia es el saludo que le daba a mi padre al volver del trabajo.

Mi madre, que trabajaba en el turno vespertino en el hospital, se iba de casa a las tres de la tarde. Papá llegaba a las tres y media. Mi hermano y yo quedábamos solos durante esa media hora con instrucciones de no salir de casa hasta que llegase papá.

Ocupábamos nuestros puestos en el sofá y mirábamos dibujos animados, siempre manteniendo un oído atento a la entrada del automóvil. Incluso el mejor «Pato Lucas» se abandona cuando escuchábamos su auto.

Puedo recordar cómo salía corriendo a encontrarme con papá y él me levantaba en sus grandes (y a menudo transpirados) brazos. Al llevarme hacia la casa, colocaba sobre mi cabeza su sombrero de paja de ala ancha y por un momento me convertía en vaquero. Nos sentábamos en el zaguán mientras él se quitaba sus engrasadas botas de trabajo (nunca se permitía entrar con ellas en casa). Cuando se las quitaba, yo me las ponía, y por un momento me convertía en arriero. Luego entrábamos y abría el recipiente donde llevaba su almuerzo. Cualquier bocadillo que le quedaba, y casi siempre parecía quedarle algo, era para que compartiésemos mi hermano y yo.

Eera fabuloso. Botas, sombreros y bocadillos. ¿Qué más podría desear un niño de cinco años?

Pero supongamos por un minuto que eso fuese todo lo que recibiese, supongamos que mi papá, en lugar de venir a casa, simplemente enviase algunas cosas de regreso. Botas para que juegue con ellas. Un sombrero para que me lo ponga. Bocadillos para que coma ...

No hay trato. Eeso no daría resultado. Hasta un niño de cinco años sabe que es la persona, no los regalos, lo que hace que una reunión sea especial. No es por las guarniciones; es por el padre.

Cuando Dios susurra tu nombre


El temor del Señor es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos.

Proverbios 14.26


En aquel momento comprendí algo. Puedo mirar a mi alrededor y encontrar temor y miedo o mirar a mi papá y encontrar fe.

No se trata de mí


EEL IMPACTO DE LA PATERNIDAD

Nadie me dijo que los bebés recién nacidos hacen ruidos de noche. Toda la noche. Gorjean, jadean. Gimotean y dan quejidos. Hacen sonidos con los labios y dan profundos suspiros. Mantienen al papá despierto. Por lo menos Jenna me mantuvo despierto. Yo quería que Denalyn durmiera. Gracias a un problema con unos medicamentos, el descanso de ella después de la cesárea era muy poco. Así que en la primera noche en casa con nuestra primera hija, me ofrecí de voluntario para cuidarla. Eenvolvimos a nuestra belleza de ocho libras y cuatro onzas [cuatro kilogramos] en una suave frazada rosada, la colocamos en su cunita y la pusimos de mi lado de la cama. Con mucha rapidez, Denalyn se durmió profundamente. Jenna siguió el ejemplo de su mamá. ¿Y papá? Eeste padre no sabía qué hacer con los ruidos que hacía el bebé.

Como la respiración de Jenna se hizo más lenta, acerqué mi oído a la boca de ella para ver si estaba viva. Cuando su respiración se hizo muy rápida, fui por la encyclopedia familiar médica y busqué «hiperventilación infantil». Cuando ella hacía gorgoritos y jadeaba, yo hacía lo mismo. Después de un par de horas me di cuenta de que no tenía ni una pista sobre cómo comportarme. Saqué a Jenna de su cama, la llevé a la sala de nuestro apartamento y me senté en una mecedora. Eentonces fue cuando me invadió un tsunami de sensatez.

«Eestamos a cargo de un ser humano».

No me importa lo fuerte que puedas ser. Tal vez seas un oficial de la marina que se especializa en saltar en paracaídas desde grandes alturas detrás de las líneas del enemigo. Tal vez pases todos los días tomando instantáneas decisiones millonarias en la bolsa de comercio. No importa.

Cada padre o madre se derrite en el instante en que él o ella sienten el impacto de la paternidad.

Me sucedió a mí.

¿Cómo me metí en eso? Volví sobre mis pasos. Primero fue el amor y luego el matrimonio, a continuación hablamos de un cochecito para bebé. Por supuesto que yo estuve de acuerdo con la idea. Eespecialmente cuando consideré mi papel en el proyecto. De alguna forma, durante la expansión de nueve meses del plan, la realidad de la paternidad no se me hizo clara. Las mujeres están asintiendo y sonriendo. «Nunca subestimes la densidad de un hombre», dices. Pero las madres tienen una ventaja. Cuarenta semanas de recordatorios que se mueven dentro de ellas. Nuestra reacción se produce más tarde. Pero nos llega. Y para mí llegó a la medianoche, en la quietud de nuestro apartamento en el centro de Rrío de Janeiro, Brasil, mientras tenía a un ser humano en mis brazos.

Sin temor


Cuando pienso en alguien que me enjugaba las lágrimas, pienso en mi papá. Ssus manos eran callosas y fuertes, sus dedos cortos y regordetes. Y cuando mi padre secaba una lágrima, parecía secarla para siempre. Hhabía algo en su toque que no solo quitaba la lágrima de dolor de mi mejilla. También me quitaba el temor.

Aaplauso del cielo


Nadie puede enseñarle a tu hijo como puedes hacerlo tú. Ni la niñera, ni la maestra de escuela dominical, ni la tía ni el tío tiene tu autoridad. ¡Ese privilegio extraordinario es tuyo!

—Max


NINGÚN PRECIO ES DEMASIADO ALTO

Cuando nuestra hija mayor, Jenna, tenía dos añitos, se me perdió en una tienda por departamentos. Een un minuto estaba a mi lado y al siguiente ya no estaba. Me llené de pánico. De repente, solo una cosa importaba: tenía que encontrar a mi hija. Me olvidé de las compras. La lista de los artículos que necesitaba pasó al olvido. Grité su nombre. No me importó lo que pensara la gente. Por unos pocos minutos, cada onza de mi energía tenía una meta: encontrar a mi hija perdida. (Y a propósito, la encontré. ¡Eestaba escondida detrás de unas chaquetas!)

Ningún precio es demasiado alto que no pague un padre para recuperar a su hijo. Ninguna cantidad de energía es demasiada. Ningún esfuerzo es demasiado grande. Un padre hará todo lo que sea necesario para encontrar a su hijo o hija.

Dios hará lo mismo.

Y los ángeles guardaron silencio


Los hijos adoptados son hijos escogidos. Eese no es el caso de los hijos biológicos. Cuando el médico puso a Max Llucado en manos de Jack Llucado, mi papá no tenía opción de marcharse. Ninguna escapatoria. Ninguna alternativa. No podía devolverme al médico y pedir un hijo más guapo o más inteligente. Eel hospital hizo que él me llevara a casa.

Pero si tú fueras adoptado, tus padres te escogerían. Oocurren embarazos inesperados. ¿adopciones inesperadas? Nunca oí de alguna. Een un caso de adopción, los padres pudieron haber elegido distinto género, color o ascendencia. Ppero te seleccionaron a ti.

Te quisieron en su familia.

Gracia


TIEMPO EN EL TALLER DE DIOS

El momento cumbre de mi carrera de niño explorador fue la carrera de autos de cajones de madera. La competencia era sencilla. Consistía en hacerse un carrito de madera y participar en una carrera cuesta abajo. Algunas de las creaciones eran muy elaboradas, completas, con volante y carrocería pintada. Otros eran solo un asiento sobre un chasis de madera con cuatro ruedas y cordeles en vez de volante de dirección. Mi plan era construir un genuino coche de turismo rojo como el que aparecía en el manual del explorador. Armado de serrucho y martillo, un atado de tablas y mucha ambición, me lancé a la tarea de ser el Henry Ford de la tropa 169.

No sé por cuánto tiempo mi padre me observó antes de interrumpir mi trabajo. Probablemente no mucho rato, puesto que mis esfuerzos no eran un buen espectáculo. Eel serrucho se atascaba continuamente y la madera se torcía. Los clavos se doblaban y los paneles no cuadraban. Een algún punto, papá intervino misericordiosamente, me dio una palmadita en el hombro y me dijo que lo siguiera a su taller.

La pequeña casa de madera al fondo del patio era de soberanía absoluta de mi padre. Een realidad, nunca había prestado atención a lo que él hacía adentro. Todo lo que sabía era que oía el zumbido de sierras, el golpear de martillos y el silbido de un trabajador contento. Guardaba allí mi bicicleta, pero nunca había notado las herramientas. Pero, además, nunca había tratado de hacer algo. Eel siguiente par de horas de ese día, papá me condujo al mundo mágico de los caballetes, las escuadras, las cintas métricas y los taladros. Me enseñó a trazar un plano y a medir la madera. Me explicó por qué era más sabio martillar primero y pintar después. Lo que para mí era imposible, para él era sencillo. Een una tarde llegué a construir un vehículo bastante decente. Aunque no gané el trofeo, terminé sintiendo una gran admiración por mi padre. ¿Por qué? Había estado unos momentos en su taller.

La gran casa de Dios


Somos amados por nuestro creador no porque intentemos agradarle y lo consigamos, o porque fallemos en hacerlo y le pidamos perdón, sino porque él desea ser nuestro padre.

Gracia


«Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará» (Pproverbios 22.6).

Tu bebé tiene inclinaciones. Tu hijito tiene tendencias. Tu adolescente camina por una senda trazada por Dios. Disciérnela. Aafírmala. Ppregúntate a ti mismo, a tu esposa, a tus amistades: ¿qué hace a mi hijo único y especial? ¿Een qué sobresale? ¿Qué se le hace difícil? Oobserva sus fortalezas y debilidades. No asumas que él o ella sea igual a ti. Ni tampoco asumas que tu hijo sea igual a otros. Tus hijos son diferentes. Descubre y deléitate en esa diferencia.

—Max


UNA LLAMADA DE PAPÁ HIZO LA DIFERENCIA

Otros sucesos de mi sexto grado se desdibujaron. No recuerdo mi escuela primaria o los planes de vacaciones de mi familia. No puedo decirte el nombre de la niña de cabello marrón que me gustaba o el director de la escuela. Pero, ¿esa tarde de primavera de 1976? Clara como el cristal.

Eestoy sentado en el dormitorio de mis padres. La conversación de la cena flota en las nebulosas. Tenemos invitados, pero pido dejar la mesa. Mi madre había preparado pastel, pero no quiero postre. Sociable, no. Apetito, no. ¿Quién tiene tiempo para cháchara o pastel en este momento?

Necesito concentrarme en el teléfono.

Eesperé la llamada antes de la comida. No llegó. Presté atención al sonido durante la comida. No sonó. Ahora estoy mirando fijamente el teléfono como un perro a su hueso, ilusionándome con que el entrenador de la Liga Juvenil me diga que estoy en su equipo de béisbol.

Eestoy sentado sobre la cama, con mi guante muy cerca. Puedo escuchar a mis amigotes jugar afuera, en la calle. No les prestó atención. Todo lo que cuenta es el teléfono. Quiero que suene.


(Continues...)

Excerpted from Ser Papá by Max Lucado, Graciela Lelli. Copyright © 2015 Grupo Nelson. Excerpted by permission of Grupo Nelson.
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