Los libros de Éxodo y Números describen la intervención milagrosa de Dios en la fuga de los israelitas de Egipto. El único requisito israelita era la fe en Dios. Después de la fuga, Dios dio la Ley a su pueblo y estableció la adoración adecuada. Dios también enseñó a Israel sus justos requisitos que convencieron a Israel de pecado, las provisiones del sacerdocio y el camino del perdón, la limpieza y la restauración de la comunión. Dios también los llevó a construir un Tabernáculo y se conectó con Su Pueblo a través de Sus pactos con Abraham y Moisés. Vivió entre ellos en la nube de gloria que los guió a través del desierto. Los años de deambular duraron cuarenta años. Los israelitas fueron rescatados de Egipto, liderados por Moisés, poseedores de La Ley y el Tabernáculo, y guiados sobrenaturalmente por una nube y una columna de fuego. Debería haber sido fácil seguir la perfecta voluntad de Dios siguiendo todos los milagros y el liderazgo de Moisés, pero fracasaron repetidamente, como detalla el Libro de Números.