José, un muchacho de Albanuma, se despierta en una duna de un «erg» inconmensurable. No sabe por qué se encuentra allí, pero comienza a caminar sin rumbo fijo, hasta que escucha los gritos de socorro de una muchacha, María, que está siendo atacada por un monstruoso escorpión gigante, una «jauriyashka», en que acababa de convertirse el padre de esta.
Así comienza esta «bildungsroman new age» con reminiscencias precolombinas, que se desarrolla en un desierto demiúrgico —muy de «La ciénaga definitiva» de Manganelli—, apocalíptico e infernal, que parece encauzar a los dos muchachos hacia una lucha infinita con la arena, para volver a descubrir cada mañana —como en la maldición de Sísifo—, que el avance del día anterior solo había sido un espejismo.
Pero tras aquello que parece más un castigo que una prueba divina, acabarán encontrándose con su destino, descubriendo un sentido, un Shangri-La, en ese mundo psicodélico y vacío que parecía haberles tocado sufrir en calidad de chivos expiatorios de todos los pecados de su maldita especie.
