Desde que escribí este manuscrito, como parte de los requisitos para graduarme como terapeuta gestáltico, me he preguntado si hacerlo público, más allá del círculo de la escuela donde estudié. Ya han pasado poco más de dos años desde que lo escribí y después de lo que ha sucedido en ese tiempo, me di cuenta que el manuscrito cobra importancia, ya desde la distancia, porque creo que servirá de ejemplo (y ojalá de inspiración) para aquellos que estén interesados en su trabajo de conocerse.
El trabajo de conocernos no es fácil. Hay algunos rasgos de nuestro carácter que toleramos, otros que quizás nos parezcan chéveres porque hacen reír a los demás, otros para prestar servicio al otro. Pero inclusive los rasgos aparentemente más nobles, pueden no estar motivados por lo genuino en nosotros, sino por el interés de llenar nuestros vacíos. Esto lo que quiere decir es que, más allá de los actos, para poder liberarnos de la cárcel que representa esta ilusión de vida (la matrix) cuenta lo que nos motiva. Ambos, Acción y motivación, deben ser desinteresados.
Hay otros rasgos de nuestro carácter que a los ojos de los otros pueden ser desagradables, pero que según nuestra versión distorsionada de la realidad deben ser aceptados, porque “yo soy así y al que le guste bien y al que no también”. Te suena familiar. Lo hemos dicho y nos lo han dicho.
En mi libro titulado “La felicidad en el trabajo. Trabájate mientras trabajas”, resalto la importancia de conocerse a sí mismo, como parte del proceso de alcanzar nuestra felicidad. Para ello, recomiendo apoyarnos en una herramienta como el eneagrama. Si bien es cierto que no podemos reducirnos a un eneatipo, el eneagrama nos ayuda a identificar nuestra estrategia preferida para poder adaptarnos al mundo y sobrevivir a él.
Espero que este libro pueda servirte de ayuda y de ejemplo de lo que yo mismo he hecho como trabajo interno y de cómo me he apoyado en el eneagrama como herramienta de autoconocimiento.
