¡Ayúdenme! Lidero adolescentes de 12 a 15: 50 formas fáciles de sobrevivir en el ministerio con la adolescencia temprana

¡Ayúdenme! Lidero adolescentes de 12 a 15: 50 formas fáciles de sobrevivir en el ministerio con la adolescencia temprana

by Mark Oestreicher
¡Ayúdenme! Lidero adolescentes de 12 a 15: 50 formas fáciles de sobrevivir en el ministerio con la adolescencia temprana

¡Ayúdenme! Lidero adolescentes de 12 a 15: 50 formas fáciles de sobrevivir en el ministerio con la adolescencia temprana

by Mark Oestreicher

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Overview

Para ser líder de adolescentes se necesita ser un adulto especial, así como los adolescentes son un tipo especial de personas. A pesar de lo complicado que se piensa que pueden ser, los adolescentes son capaces de tener una genuina comprensión espiritual y un crecimiento adecuado, solo que ellos absorben las enseñanzas de la Biblia y demuestran su espiritualidad de una manera diferente. Este libro le permitirá comprender a sus adolescentes para luego enseñarles con métodos que sean adecuados para ellos.


Product Details

ISBN-13: 9780829763935
Publisher: Vida
Publication date: 01/14/2013
Series: Especialidades Juveniles
Edition description: Reprint
Pages: 80
Product dimensions: 5.30(w) x 8.20(h) x 0.30(d)
Language: Spanish
Age Range: 18 Years

About the Author

Mark Oestreicher con una vasta experiencia ministrando a jóvenes, ha sido pastor en diversas iglesias y ha escrito más de 20 libros para líderes y adolescentes. Hoy lidera Especialidades Juveniles en Estados Unidos y es considerado una autoridad en discipulado juvenil.

Read an Excerpt

Help! I'm a Junior High Youth Worker!

Especialidades Juveniles
By Mark Oestreicher

ZONDERVAN

Copyright © 2012 Mark Oestreicher
All right reserved.

ISBN: 978-0-8297-6393-5


Chapter One

PRIMERO LO PRIMERO

Axioma 1: Los adolescentes de entre 12 y 15 años quieren ser tratados como adultos sin perder la posibilidad de actuar como niños.

Están en una etapa intermedia. Ya no son niños, aunque a menudo se comportan como tales. Y en realidad todavía no son adultos, pero pretenden serlo. El poder aceptar y convivir con esta dicotomía vuelve el trabajo con los adolescentes más jóvenes mucho más fácil.

Axioma 2: La calidad del ministerio entre los adolescentes más jóvenes siempre se produce dentro de un contexto de relaciones significativas que proveen la oportunidad de llevar a cabo un ministerio eficaz.

Los adolescentes no se transforman en gigantes espirituales a través de excelentes charlas. Los jóvenes crecen espiritualmente cuando ven a Cristo actuar en la vida del líder y entonces lo pueden tomar como modelo. También crecen espiritualmente cuando se les da la oportunidad de ministrar y participar dentro de la iglesia. Concentremos nuestros esfuerzos en mostrar a Cristo a través de nuestras vidas y en conducir a los adolescentes a ejercitarse en el ministerio.

Axioma 3: El elemento imprescindible en cada reunión, evento o programa es que el líder sepa por qué hace las cosas.

Cuando el ministerio dirigido a los adolescentes de entre 12 y 15 años no tiene un propósito definido, apenas si se diferencia de la atención que una niñera brinda a los pequeños. Cuando no se cuenta con un propósito específico, nada de lo que se realiza resulta excelente.

¿CÓMO ES UN ADOLESCENTE DE 12 A 15 AÑOS?

Reglas de Oro:

Mantener la atmósfera de las reuniones de los adolescentes más jóvenes en un punto de equilibrio entre la morgue y la euforia total es el desafío constante que enfrenta este ministerio. Con los años he llegado a desarrollar un puñado de reglas esenciales para conducir con éxito una reunión de adolescentes de entre 12 y 15 años:

• No permitir que se entremetan con otras personas o con sus pertenencias.

• No dejar que hablen cuando otros hablan.

• No permitir que se burlen de otros ni que los llamen con apodos ofensivos.

• No aceptar que las hojas de trabajo, apuntes o materiales se conviertan en avioncitos, papel picado o papeles llenos de garabatos.

• Hacerles saber que el lanzamiento de proyectiles en general (sean papeles o cualquier otra cosa) se verá penalizado con «la muerte». (Obviamente, el castigo será mucho menor, pero vale la pena especificar que resultará severo).

Para más información sobre cómo reforzar las reglas, remitirse a La palabra disciplina es un término feliz, en la página 24.

Cien contra uno: No funciona

Decir que los grupos pequeños resultan lo más adecuado para ministrar a los adolescentes de esta edad es como señalar que la nieve es importante para el invierno. (Ver Lo pequeño resulta bueno en la página 19). Los preadolescentes interactúan en grupos pequeños, a diferencia de los adolescentes mayores. Algunos temas como la autoimagen, la disciplina o cuestiones de género pueden desviar el tratamiento de un tópico y derivarlo en cualquier dirección.

El método de prueba/error me permitió definir dos modelos en cuanto a la proporción entre estudiantes y líderes, en el caso de tener grupos chicos de adolescentes menores: 6x1 y 10x2. Un líder adulto puede conducir eficazmente un grupo de más o menos seis adolescentes. Si el grupo supera los seis integrantes, es mejor contar con al menos dos líderes. El modelo que según mi opinión resulta más adecuado es de dos líderes adultos por cada diez adolescentes menores. Así, mientras uno de los líderes enseña, el otro controla el orden y brinda apoyo. Además, no necesitarán contar con substitutos; un líder puede cubrir al otro cada vez que resulte necesario.

Una mención final: los grupos pequeños de adolescentes de entre 12 y 15 años en general funcionan mejor cuando al menos durante parte del tiempo están constituidos por chicos de un mismo sexo.

¡Por favor! ¿No quisieras trabajar con adolescentes de 12 a 15 años?

En el intento por reclutar voluntarios para colaborar con el ministerio de los adolescentes más jóvenes nos toparemos con muchos escépticos, la mayoría de los cuales entra en una de las siguientes tres categorías:

• Personas que detestaban sus años de temprana adolescencia y no quisieran volver a vivirlos otra vez, y sufrirlos de nuevo.

• Personas que presuponen falsamente que los adolescentes nunca los aceptarán y que se sienten amedrentados ante la posibilidad de rechazo por parte de los adolescentes.

• Personas que suponen que solo otros jóvenes, alocados, con talentos musicales, con mucha onda, divertidos y conocedores de todo lo que aparece en los medios podrían tener éxito en el trabajo con los adolescentes de 12 a 15 años.

Debemos ayudar a los posibles candidatos a líderes a superar estas tres objeciones y luego podremos irnos a casa tranquilos y libres (casi).

Los de sexto grado

En muchas escuelas del estado se ha realizado una redistribución que incluye al sexto grado en el mismo grupo que el séptimo y el octavo. Por esta razón las iglesias también decidieron reacomodarse a la nueva agrupación por edades.

Aquellos que no estábamos acostumbrados a una adolescencia tan incipiente, indudablemente los veíamos como demasiado chicos, tanto en tamaño como en edad (porque en realidad lo son). Durante algunos años me resistí a la idea de agregar a los de sexto grado a mi grupo de adolescentes. Pero también era consciente de que en la mayoría de las iglesias los líderes tendían a desestimar las necesidades de este grupo, aburriéndolos con material y actividades que correspondían a niños más pequeños y tratándolos como si lo fueran. Dejaban de lado el hecho de que la mayoría de los chicos de sexto grado ya están dando sus primeros pasos hacia la adolescencia.

Ahora, después de varios años de trabajar con adolescentes dentro del ministerio juvenil, disfruto incluyéndolos. Contamos con al menos tres buenas opciones que permiten que nuestro trabajo resulte eficaz con estos adolescentes más jóvenes:

• Podemos conformar un grupo de preadolescentes de quinto y sexto grado. Pero trabajar con ellos en una modalidad semejante al ministerio de jóvenes, en contraposición a los programas de Escuela Dominical para niños, creando un material apropiado para la edad y requiriendo un alto grado de participación por parte de los padres.

• Podemos pedir que los chicos de sexto grado sean incorporados al ministerio de adolescentes más jóvenes, pero al mismo tiempo trabajar por separado la mayor parte de las actividades y proveerles un ámbito diferenciado.

• Si dentro de un mismo grupo ya están integrados los de sexto (11 años) con los de séptimo y octavo (13-14 años), se los puede subdividir en grupos incluyentes de cada una de las edades para poder considerar por separado los temas más delicados.

Disparar una flecha

A través de la habilidad recién adquirida del pensamiento abstracto (ver Desarrollo Cognitivo en la página 31), los adolescentes de entre 12 y 15 años pueden desarrollar ciertas concepciones acerca de su futuro.

Por eso es bueno llevarlos a pensar en el futuro. Ya que Dios nos da la oportunidad de percibir algunos puntos fuertes que comienzan a despuntar en los diferentes adolescentes, lancemos una flecha por ellos, o sea, ayudémosles a imaginar cómo podría ser su futuro. Estamos en condiciones privilegiadas para ejercer una influencia que marque la vida de los adolescentes.

Un ejemplo pertinente: el pastor de jóvenes de mi temprana adolescencia, a quien yo admiraba, sugirió que algún día yo me convertiría en un pastor de jóvenes. Él lanzó una flecha por mí.

Una sugerencia positiva

Nuestras palabras pueden resultar poderosas para reafirmar a los adoles-centes. Tal vez nos cuestionemos la veracidad de esta declaración cuando en el medio de nuestra charla se duermen profundamente mientras la baba les mancha el frente de la camisa. Pero es verdadera.

Estas cuatro sílabas constituyen un poderoso recordatorio de que debemos usar el poder de la palabra ES-TÍ-MULO. Apuntan hacia un ministerio muy importante. Elijamos estimular y alentar a nuestros jóvenes. Hagámoslo siempre que podamos. Dediquémonos a brindar palabras de estímulo tanto a aquellos que son molestos como a los que nos caen más simpáticos.

Decirle a una chica común que se ve muy linda puede cambiar todo su mundo. Comentarle a un adolescente pequeño y desmañado que realmente apreciamos que siempre llegue con puntualidad puede hacer que se sienta animado durante un buen tiempo.

Elogiemos el carácter. Elogiemos el comportamiento. Elogiemos la ropa que usan. Estimulémoslos por cualquier esfuerzo extra que realicen. No importa tanto el motivo por el que los elogiemos, sino el hecho de que siempre encontremos alguna razón para hacerlo. Reconocer las virtudes y los valores de los chicos nos ganará el derecho a ser escuchado por ellos, y eso aumentará directa o indirectamente la eficacia de nuestro ministerio.

Lo pequeño resulta bueno

Si tu grupo de adolescentes es pequeño, no te sientas mal por ello. Nuestra cultura eclesiástica ha creado en nosotros expectativas en las que se considera a lo numeroso como mejor o más deseable. Esto simplemente no coincide con la realidad.

Las ventajas que proporcionan los grupos más pequeños se podrían resumir en tres palabras: intimidad, movilidad y flexibilidad. Los grupos pequeños siempre permiten un mejor conocimiento entre unos y otros, y dan sentido de familia. Extraño todo eso cuando me toca trabajar con grupos más grandes. Cuando el grupo es pequeño, podemos meter a todos en dos autos y llevar a cabo la clase de Escuela Dominical en una confitería (o en cualquier otro lugar). Siempre nos hallamos en condiciones de partir, sin necesidad de preparativos previos.

Además, resulta fácil ser flexibles. Cuando se produce algún cambio de último momento, no constituye un problema el tener que llamar para dar avis o a todos los padres.

Disfrutemos del ministerio que Dios nos ha dado (sea grande o pequeño) sin preocuparnos por sus dimensiones.

El peor termómetro del mundo para medir la autoestima

La ruta más rápida para llegar a la clínica psiquiátrica de la ciudad es fundamentar nuestra autoestima en las relaciones que podamos establecer con los adolescentes, o en lo que ellos manifiestan con respecto a nosotros. Estos adolescentes le agregan una dimensión distinta a la idea de inconstancia. Si intentamos complacer cada sugerencia implícita o explícita que ellos nos hacen acerca de cómo reestructurar nuestra manera de ser o conducirnos, acabaríamos siendo una persona totalmente diferente cada semana.

De hecho, permitir que un adolescente nos rechace o desprecie de vez en cuando, forma nuestro carácter. Es como un pan de varios cereales para el alma: nos limpia por dentro.

(Continues...)



Excerpted from Help! I'm a Junior High Youth Worker! by Mark Oestreicher Copyright © 2012 by Mark Oestreicher . Excerpted by permission of ZONDERVAN. All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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