Con precisión: El listón de la hermenéutica bíblica

Con precisión: El listón de la hermenéutica bíblica

by Jaime Fasold
Con precisión: El listón de la hermenéutica bíblica

Con precisión: El listón de la hermenéutica bíblica

by Jaime Fasold

Hardcover

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Overview

Todo creyente que ama a Jesús y por consiguiente ama su Palabra, encontrará en Con precisión mucha ayuda para entender mejor todo lo que Dios nos ha dicho en la Biblia a través de los siglos. Tanto los libros históricos, poéticos y proféticos, como los Evangelios y las Epístolas tienen mucho que aportar a nuestro entendimiento y vida cristiana, para que podamos tener esa «vida en abundancia» (Jn. 10:10) que Jesús nos prometió.

Este libro aumentará en el lector su confianza en las Escrituras como la Palabra de Dios. El seminarista querrá leer todas las notas al pie de página y los apéndices que amplían los temas más técnicos. El principiante ampliará mucho más su conocimiento de la Biblia simplemente leyendo el texto principal.

Every believer who loves Jesus and, therefore, loves His Word, will find in Con precisión [With Precision] much help to better understand everything that God has told us in the Bible through the centuries. The historical, poetic, and prophetic books, as well as the gospels and epistles, have much to contribute to our understanding and our Christian life, so that we can have the “abundant life” (Jn. 10:10) that Jesus promised us.

This book will increase the reader’s confidence in the Scriptures as the Word of God. The seminarian will want to read all the notes at the end of the page and the appendixes that expand on topics of a more technical nature. The beginner will greatly expand his or her knowledge of the Bible simply by reading the main text.

Product Details

ISBN-13: 9781496427380
Publisher: Tyndale House Publishers
Publication date: 08/22/2017
Pages: 528
Product dimensions: 6.00(w) x 9.00(h) x 2.00(d)
Language: Spanish

Read an Excerpt

CHAPTER 1

Revelación

El método que se emplea para interpretar cualquier literatura siempre tiene que depender de la naturaleza de la misma. Por ejemplo, nadie interpreta un cómic de forma literal porque entiende que es pura ficción que pretende entretener al lector. En cambio, un libro de fórmulas químicas tiene que interpretarse con una precisión absoluta porque su naturaleza es científica. Las doctrinas bíblicas de la revelación, inspiración e inerrancia demuestran que la Biblia es de origen divino. Por tanto, hacen falta unas normas divinas o espirituales para interpretarla correctamente. La doctrina de la iluminación identifica esas normas para que el intérprete «entienda» las Escrituras de tal forma que se produzca vida espiritual en él.

Para entender el origen divino de las Escrituras es necesario entender la doctrina de la revelación divina al ser humano. Dios ha empleado varios métodos para darse a conocer al ser humano, los cuales los teólogos los han colocado en dos categorías: la revelación general y la revelación especial.

A. REVELACIÓN GENERAL

La revelación general tiene que ver con las verdades generales que Dios ha dado a conocer a toda persona en cada siglo y cultura mediante tres fuentes de información.

La naturaleza del ser humano

Dios ha creado al ser humano a su imagen. Ha escrito su ley sobre su corazón y le ha dado una conciencia para saber la diferencia entre lo bueno y lo malo (Ro. 2:12-16). Le ha dado un intelecto para razonar, una voluntad para tomar decisiones y unas emociones para que pueda sentir alegría y gozo, además de tristeza. El ser humano solo tiene que mirarse a sí mismo para saber algo de cómo es Dios. Aunque esa imagen fue terriblemente manchada y distorsionada por el pecado, no fue destruida del todo. Por eso, Moisés afirmó de nuevo en Génesis 9:6 que el ser humano fue creado a la imagen de Dios, aunque la caída de Adán y Eva había ocurrido muchos años antes. Cuando una persona se convierte a Cristo, Dios restaura progresivamente su imagen en él. Por ejemplo, el Espíritu Santo renueva la mente del creyente (Ro. 12:2; Ef. 4:23) con el fin de que la emplee como Dios pretendía que lo hiciera cuando lo creó. Dios ha dado al ser humano un intelecto con el propósito de que lo use. Por tanto, es esencial que el ser humano haga uso de su capacidad intelectual cuando interpreta las Escrituras.

La creación

El universo y la naturaleza que rodea al ser humano le revelan otras verdades acerca de Dios. Salmo 19:1-6, texto clásico del A.T., dice que los cielos revelan la gloria de Dios. En el N.T., Hch. 14:15-17; 17:22-29 y Ro. 1:18-21 identifican cinco verdades que la creación revela al ser humano. Primera, Dios existe y ha creado todo lo que se ve (Hch. 17:2324; Ro. 1:20). Al observar la creación, la lógica exige que el ser humano concluya que existe un creador. Su experiencia le ha enseñado que no hay nada que llegue a existir por sí solo, sino que cada objeto tiene un creador. Segunda, Dios gobierna y sustenta todas las cosas (Hch. 14:17; 17:25-26, 28). Tercera, Dios es santo y por tanto exige que el ser humano sea santo. «Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina.» (Ro. 1:20, NTV). Por eso, las tribus en las junglas más remotas del mundo ofrecen sacrificios en un intento de apaciguar la ira de Dios contra su pecado. Cuarta, Dios debe ser alabado de una forma digna (Hch. 17:24-25). Quinta, puesto que el ser humano ha creado imágenes de hombres, aves, cuadrúpedos y reptiles, y les ha dado culto (Ro. 1:21, 23; Is. 40:18-26), sabe que está sin excusa y que será juzgado por su pecado (Ro. 1:20, 32; 2:1).

La historia

Daniel observó que Dios «quita reyes, y pone reyes» (Dn. 2:19-21), la misma observación que hizo Isaías (10:13). Hay cosas que ocurren en la historia que no pueden atribuirse a la mera coincidencia. Por ejemplo, el hecho de que el pueblo judío haya sobrevivido y mantenido su identidad a pesar de ser perseguido a lo largo de los siglos es una de las muchas indicaciones de que Dios existe y vela por su pueblo elegido. Lamentablemente, los estragos que el pecado ha causado en el ser humano hacen difícil, si no imposible, que interprete correctamente lo que observa en la creación, la ley que Dios ha escrito en su corazón y los actos de Dios en la historia.

A pesar de lo mucho que la naturaleza del hombre, la creación y la historia revelan al ser humano, la revelación general tiene dos limitaciones considerables. Primera, no se ha comunicado con palabras. Como resultado, hay un alto grado de probabilidad de que el ser humano se equivoque en su interpretación de lo que observa de Dios en sí mismo, la creación y los eventos históricos. Segunda, la revelación general comunica al ser humano que es un pecador, pero no le provee ninguna salida, ningún plan para salvarse. De ahí que haga falta una revelación especial.

B. REVELACIÓN ESPECIAL

En contraste con la revelación general, la cual siempre ha estado presente y al alcance de todo ser humano en cada siglo y cultura, la revelación especial fue dada solamente a Israel en el A.T. y a la Iglesia en el N.T. Esta revelación cuenta con tres características significativas.

La revelación especial se dio en tres etapas

1. El Antiguo Testamento. En el N.T. la palabra apokalupto (traducida como «revelar», «manifestar», etcétera) tiene varios significados según el contexto en que se emplea. Dos de ellos tienen que ver con la formulación de las Escrituras. El primero tiene que ver con el acto divino de revelar el momento en que un evento futuro ocurrirá (Ro. 2:5; 8:18; 1 P 4:13; 5:1). El segundo se trata del acto divino de revelar verdades espirituales y eventos futuros que no se conocían anteriormente y que no se podían conocer sin una revelación especial. Por ejemplo, en el A.T. Dios reveló a los profetas información sobre el Mesías venidero (1 P 1:12).

2. La encarnación de Jesucristo. Aunque Dios empleó varios métodos en la revelación general y especial para darse a conocer al ser humano, el método supremo fue la encarnación de Cristo, la segunda persona de la Trinidad, el Verbo que «fue hecho carne, y habitó entre nosotros» (Jn. 1:14), y que declaró que «el que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn. 14:9). Pero, lejos de ser simplemente el método superior, Cristo es el centro, el eje alrededor del cual gira todo lo que Dios ha comunicado al ser humano «para que en todo tenga la preeminencia» (Col. 1:18).

3. El Nuevo Testamento. Mientras que la encarnación de Cristo es la corona suprema de toda la revelación de Dios, el N.T. es la culminación de ella. Puesto que Jesús ya no está entre nosotros, los autores bíblicos subrayan la importancia de las Escrituras. Los reformadores del siglo XVI insistieron en el principio de Sola Scriptura, no porque rechazaban la revelación general ni la importancia de la encarnación de Cristo, sino en protesta por la posición de la Iglesia Católica Romana que afirmaba que la autoridad final en la Iglesia residía en las Escrituras y la tradición. «Lutero no menospreció la autoridad eclesiástica ni repudió los concilios como si no tuvieran ningún valor. Lutero y los reformadores no quisieron decir por Sola Scriptura que la Biblia es la única autoridad en la Iglesia, sino que es la única autoridad infalible en ella».

En el N.T. Dios reveló verdades espirituales e información sobre eventos futuros al apóstol Pablo (Ro. 16:25; 2 Co. 12:1, 7; Gá. 1:11-12; Ef. 3:3, 5), al apóstol Juan (Ap. 1:1), a otros apóstoles y personas íntimamente asociadas con ellos y a creyentes con el don de profecía (Ef. 3:5).

La revelación especial se dio de forma progresiva

«Revelación progresiva» es un término creado por los teólogos para expresar el concepto de que Dios ha revelado los detalles de ciertas verdades y doctrinas poco a poco a lo largo de la historia. El hecho de que el N.T. es la culminación de esa revelación especial no quiere decir que el A.T. sea impreciso o esté equivocado, sino que Dios simplemente fue revelando información adicional sobre ciertas verdades y doctrinas de forma paulatina. Aunque la revelación que los judíos habían recibido en el A.T. era parcial e incompleta, la revelación completa del N.T. no contradice ni corrige la revelación que Dios dio en tiempos del A.T.

Por ejemplo, los eruditos bíblicos creen que el libro de Job fue escrito antes que el Pentateuco, convirtiéndolo en el libro más antiguo del A.T. En 19:25-26 Job afirma que hay vida después de la muerte («Pero en cuanto a mí, sé que mi Redentor vive, y un día por fin estará sobre la tierra. Y después que mi cuerpo se haya descompuesto, ¡todavía en mi cuerpo veré a Dios!», NTV). Si nuestro entendimiento de la doctrina de la resurrección se limitara a este texto, podríamos concluir que solo los creyentes resucitarán. Pero siglos más tarde Daniel habló de una resurrección que tendrá lugar después de un tiempo de tribulación que padecerá el pueblo de Dios (12:1-2). Algunos serán resucitados «para vida eterna y otros para vergüenza y deshonra eterna» (NTV). Por tanto, los no creyentes resucitarán también. Toda la información que Dios nos ha dado sobre una doctrina en particular no se encuentra en un solo capítulo, sino en varios pasajes. No obstante, suele haber un capítulo o pasaje que nos provee de más información que cualquier otro, y a esto lo llamamos la «mención plena» de esa doctrina. Por ejemplo, 1 Corintios 15 es la mención plena de la doctrina de la resurrección, Filipenses 2 la de la encarnación de Cristo, etcétera.

La revelación especial se dio de forma verbal

Con la revelación general, Dios hizo al hombre a su imagen y escribió su ley sobre su corazón. Sin embargo, con la entrada del pecado en el mundo, muchos rechazan repetidamente esa ley, lo cual hace que el ser humano sea incapaz de discernir entre el bien y el mal (1 Ti. 4:2). Al observar lo que nos rodea en la Tierra y las estrellas en los cielos, lo lógico es llegar a la conclusión de que hay un creador y que él es santo (Ro. 1:20). Sin embargo, algunos rechazan a sabiendas a ese creador, mientras que otros simplemente no le «ven» mediante la creación. Finalmente, Dios controla la historia, quitando y poniendo a los reyes de las naciones según su voluntad (Is. 10:13; Dn. 2:19-21). Pero ¿cómo podemos discernir entre un evento producido por la intervención de Dios y los muchos sucesos de la vida que son una mera coincidencia?

Es precisamente aquí donde entra en escena la revelación especial. Mediante las Escrituras, Dios comunica con palabras (de forma verbal) quién es él, el estado espiritual del ser humano y cuál es su plan para redimirle. También comunica de forma verbal qué clase de vida exige del ser humano y cuál es el significado de los eventos históricos en los cuales él ha intervenido.

Sin embargo, a principios del siglo XX teólogos como Karl Barth (1886–1968), Paul Tillich (1886-1965), C. H. Dodd (1884–1973), Emil Brunner (1889–1966) y John Baillie (1886–1960) propusieron que cuando Dios se reveló al ser humano se limitó a actuar de forma poderosa en la historia, el alma humana, la naturaleza y, sobre todo, en Jesucristo, pero nunca con ideas, conceptos, verdades, doctrinas e instrucciones en forma de palabras. Por tanto, la Biblia no es un libro divino con autoridad absoluta en cuanto a la verdad, sino simplemente un relato de las experiencias religiosas que ciertas personas tuvieron en los siglos pasados. Quienes abrazan esta posición acusan a los evangélicos de convertir la Biblia en un «papa de papel» por su posición sobre la inspiración de las Escrituras. Esta teoría sobre la revelación de Dios al ser humano es rechazada por el evangélico por varios motivos.

Primero, un acto histórico no es capaz de comunicar significado por sí solo; requiere que la persona que produjo dicho acto explique lo que pretendía comunicarnos con ello. Si Dios ha realizado actos poderosos, entonces Dios tiene que decirnos lo que quiso comunicarnos a través de ellos. Si no dice nada, el ser humano no puede saber cuáles son los eventos históricos en los cuales Dios ha intervenido y cuáles son una mera coincidencia. Los egipcios y romanos no tenían una copia de las Escrituras. Por eso, Henry hace la observación de que los «analistas egipcios ignoraron el éxodo de los judíos y los historiadores romanos prácticamente ignoraron a Jesucristo. Lo que la historiografía secular no puede hacer, las Escrituras inspiradas sí pueden y de hecho lo hacen: declaran la dirección y la meta de la historia e identifican los eventos importantes y su significado para la redención del ser humano». Si Dios no nos explica qué ha hecho y por qué razón lo ha hecho, nos quedamos sin saber qué quería decir y sin saber qué creer. «La revelación de los actos poderosos de Dios sin una revelación del significado de esos actos es como un programa de televisión que carece de sonido; deja al ser humano desamparado ante sus adivinanzas humanas en cuanto al significado de lo que Dios está haciendo». Segundo, la opinión de Barth, Tillick y otros que afirman que Dios nunca se reveló de forma verbal al hombre sustituye la revelación especial de Dios por la revelación general, y choca frontalmente con lo que dicen las Escrituras. En palabras de Henry:

Decir que la revelación divina no se da en la forma de palabra-revelación contradice de forma tan descarada el testimonio bíblico que roza en lo increíble. Los profetas del A.T. afirman «así dice Jehová» unas 1200 veces no solo para acreditar la fuente de su enseñanza, sino también y con frecuencia para contradecir las ideas paganas de dioses paganos. Hay algo peculiar en una investigación histórica de la Biblia que puede ignorar tan fácilmente las afirmaciones insistentes de las Escrituras de que dentro de los actos de Dios está incluida la revelación de su Palabra a través de portavoces elegidos por Dios.

(Continues…)



Excerpted from "Con Precisión"
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Copyright © 2017 Jaime Fasold.
Excerpted by permission of Tyndale House Publishers.
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Table of Contents

INTRODUCCIÓN,
Prólogo, 19,
Conceptos clave, 23,
Sección I LA BIBLIA: LIBRO DIVINO,
1. Revelación, 39,
2. Inspiración, 49,
3. Inerrancia (I), 71,
4. Inerrancia (II), 87,
5. Iluminación, 103,
Sección II HERMENÉUTICA GENERAL,
6. El método histórico-gramático-cultural, 117,
7. Géneros literarios, 127,
8. Trasfondo histórico y cultural, 135,
9. Tema del libro, 147,
10. La organización del libro, 153,
11. Contexto, 161,
12. Palabras, 169,
13. Gramática, 183,
14. El propósito y plan divino, 191,
Sección III HERMENÉUTICA ESPECIAL,
15. Modismos hebreos, 207,
16. Lenguaje figurado, 213,
17. Poesía hebrea, 225,
18. Parábolas (I), 235,
19. Parábolas (II), 249,
20. Símbolos, 263,
21. Tipos, 277,
22. Profecía (I), 291,
23. Profecía (II), 303,
Sección IV LA APLICACIÓN DE LAS ESCRITURAS,
24. Textos que contienen expresiones culturales, 331,
25. La aplicación personal, 349,
Sección V APÉNDICES,
A. La ley de la probabilidad, 361,
B. El papel de la fe y el intelecto, 365,
C. Crítica textual del A. T., 371,
D. Crítica textual del N. T., 391,
E. La historia de la crítica textual del N. T., 405,
F. La relación entre una parábola y una alegoría, 423,
G. La cuestión del sensus plenior, 437,
H. La contextualización y la homosexualidad, 441,
Guía de estudio, 445,
Índice de textos bíblicos, 469,
Índice temático, 483,
Bibliografía, 491,

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