El amor existe, pero no es para siempre, al menos en mi caso, y nunca hay que obligarlo ni detenerlo. Mientras lo vives y es intenso, te dará muchas cosas que recordar, olvidar y sentir para cuando hayan pasado todas esas tormentas feroces y todo ese dolor que se vive en sus finales. Si se conjugan la nostalgia, la pluma y el papel, y un ecosistema alrededor te suele dar aquellas condiciones, de esas que inspiran, de esas que dejan algo, de esas que aturden y sacan lo peor y lo mejor de ti, ahí es donde te brotan las palabras, las ideas, las rimas y los más de dos mil quinientos endecasílabos que salieron en esos lugares. Mi libro se trata de eso, y aquí dejo solo ciento treinta y cinco sonetos con esas, sus leyes clásicas y naturales, la estructura más compleja en la poesía.