Read an Excerpt
CHAPTER 1
El principio potencial
Las riquezas, la notoriedad, la posición o el poder no constituyen para nada una medida del éxito alcanzado. La verdadera y única medida del éxito es la proporción entre lo que podríamos haber hecho y lo que podríamos haber sido, por un lado, y aquello que hayamos hecho de nosotros mismos, por el otro.
— H, G. Wells
En 1985 el atleta John Howard, participante por tres veces de las olimpiadas, se encontraba en Bonneville Salt Fíats intentando establecer un nuevo récord de velocidad sobre terreno llano ... en una bicicleta. Howard no conducía la Schwinn de tu papá. Su bicicleta había sido construida especialmente. Una vuelta de pedales la impulsaba más allá de los 110 pies (33,5 metros). Cuando Howard estableció el récord de velocidad sobre terreno llano, el monitoreo de su frecuencia cardiaca registraba 195 latidos por minuto. ¿Cuál fue su velocidad máxima? 152 millas por hora (245 km/h).
Si imaginas que esta es la velocidad máxima que se alcanza andando en bicicleta estás equivocado. Una década después, un europeo superó el logro de Howard al alcanzar una velocidad máxima de 166,9 millas por hora (268 km/h).
Puede ser que tengas poco o ningún interés en las bicicletas o en los récords de velocidad sobre llano. Ese no es el punto. Lo importante es esto: no tenemos ni la más mínima idea de lo que se puede lograr física y mentalmente, o en lo organizacional. La mayoría de nosotros subestimamos nuestro propio potencial y el de los demás.
MÁS ALLÁ DE LA EXPERIENCIA
Aunque no puedo leer los pensamientos, sí puedo decir con un alto grado de certeza que al menos te sorprendiste, si es que no quedaste estupefacto, por el hecho de que un ser humano pudiera conducir una bicicleta a una velocidad tan alta. Nada de lo experimentado por una persona promedio al conducir bicicletas sugeriría que alguien pudiese hacerlo a una velocidad tan alta como 150 millas por hora (241 km/h). Nosotros nunca hemos andado en bicicleta a más de 40 (65 km), o tal vez 50 (80 km), millas por hora. Además, la mayoría de nosotros nunca ha viajado en automóvil a una velocidad mayor a las 110 o 120 millas (180 km/h). Fundamentados en nuestra propia experiencia — o sea, en lo que conocemos — la mayoría de nosotros supondría que la velocidad máxima de una bicicleta sería mucho más baja de lo que en realidad resulta posible.
Eso significa que a veces nuestra experiencia — nuestro marco de referencia — nos funciona en contra. En este caso, nuestra experiencia no nos condujo a un completo fracaso: no dijimos que fuera posible conducir a 500 millas por hora (805 km/h). Pero establecimos un límite a partir de lo que pensamos que era posible, solo para descubrir que no teníamos ni idea. Por supuesto, a la mayoría no nos molesta para nada el hecho de haber subestimado las velocidades récords de las bicicletas.
¿Pero qué sucede cuando el tema eres tú y tu potencial? La pura verdad es que para medirnos a nosotros utilizamos la misma capacidad deductiva que la que usamos para tratar de determinar la velocidad más alta que pueda desarrollar la más rápida de las bicicletas. En realidad, es aún peor. Mi pregunta acerca de la velocidad máxima que alcanza una bicicleta tenía como propósito poner a prueba tu imaginación. Pero qué si hubiera preguntado: «¿Qué velocidad puedes alcanzar tú conduciendo una bicicleta?».
Ahora tu experiencia funciona aún más en tu contra. Otra vez digo: yo no puedo de ninguna manera saber la rapidez con que tú piensas que puedes andar en bicicleta. Pero puedo decirte algo: es muy probable que tu respuesta sea equivocada. Puedes conducir la bicicleta a una velocidad mucho más alta de lo que piensas.
Tu imaginación se ve limitada por tu experiencia. Tal vez sea por eso que se afirma que Einstein señaló que la imaginación es más importante que el conocimiento, «porque el conocimiento se limita a todo lo que sabemos y comprendemos».
Lo más probable es que al realizar tu estimación sientas temor de no ser realista: quizás en el pasado te hayan criticado por apuntar demasiado alto o por intentar lograr demasiado. O tal vez fallaste en alcanzar una meta establecida por ti o por tu jefe, y ese recuerdo todavía te produce escozor. Cualquiera sea la razón, la experiencia nos lleva a bajar las expectativas: apenas un poquito más, otro poquito más, una pizquita más. Hasta allí. Podemos alcanzar esa velocidad.
Ahora olvidémonos de la bicicleta.
¿Cuán bueno puedes llegar a ser? ¿Cuánto mejor de lo que eres ahora?
MEJOR QUE TUS MEJORES ESFUERZOS
Este libro no tiene que ver con realizar lo imposible, como desafiar la gravedad o volar sin equipo de ningún tipo. No trato de decir que tú puedas andar en bicicleta más rápido de lo que lo has hecho o que al menos debas intentarlo. Este libro apunta a que superes tus mejores marcas. Se enfoca en ayudarte a mejorar cualquiera de las áreas que tú elijas, y en que te vuelvas mejor de lo que fuiste antes.
Este libro no se enfoca en que alcances tus sueños, cualesquiera que ellos sean. Si siempre has deseado comenzar un negocio, este libro no te dirá el cómo. Muchos de los lectores pueden ya haber alcanzado sus sueños: desarrollado cierta habilidad, corrido una maratón, iniciado un negocio exitoso o publicado un libro. El mensaje de este libro es el siguiente: No importa lo bueno que hayas llegado a ser hasta aquí, puedes ser aún mejor. Sin que importe lo que hayas hecho hasta ahora, todavía no has agotado todo tu potencial.
Para algunos de nosotros, hacer algo que nunca habíamos intentado, o que siempre habíamos deseado realizar, constituye un logro en sí mismo. Lo llevamos a cabo y luego seguimos adelante. ¿Pero acaso alguna vez avanzamos dejando atrás nuestro papel de padre o madre? ¿Avanzamos dejando detrás una carrera? ¿Avanzamos más allá de vivir una vida con propósito? Estas son ocupaciones que no tienen fin. No hay en ellas una línea de llegada. Uno no se puede quitar el polvo de las manos y decir: «Bueno, fue divertido. ¿Qué sigue ahora?».
Mejorar en las áreas importantes de nuestra vida puede resultar un camino en permanente desarrollo.
Consideremos este ejemplo: John no es simplemente un doctor. Es el cirujano en jefe de cardiología de uno de los mejores hospitales que existen. Eso significa que John es uno de los mejores cirujanos del mundo en cardiología. Tanto los pacientes como sus colegas se acercan a él cuando enfrentan el problema más duro, el caso más difícil, el desafío más formidable. Aunque modesto y humilde con respecto a los demás, John sabe que es el mejor. Ser cirujano requiere de cierta confianza en uno mismo, una firme convicción en cuanto a los propios talentos. John la tiene. Él desea enfrentar los casos más difíciles porque sabe que es el mejor.
En esta etapa de su carrera, John se halla ante dos posibilidades. Una, considerar que ha alcanzado el pináculo más alto del éxito profesional. Como no tiene que probarse nada a sí mismo ni ante los demás, puede descansar en la seguridad de que siempre será considerado uno de los mejores cirujanos del mundo. Puede, como lo señala el dicho popular, dormirse en sus laureles.
O, como segunda opción, puede aceptar el desafío de convertirse en mejor de lo que es. Mejorar en sus habilidades ya excelentes, y continuar enfrentando desafíos y siendo estimulado por ellos. Pero la cuestión es esta: cuando eres el mejor, ¿quién puede ayudarte a mejorar aún más? Constituye un desafío gigantesco. ¿Por qué? Porque John constituye el estándar sobre el cual los otros cirujanos se comparan. Él no cuenta con nadie que vaya delante y al que poder emular. Para llegar a ser mejor — para acercarse a su verdadero potencial — tendrá que superar la marca que se ha propuesto.
Consideremos esta cita de una de las películas más populares de los últimos cincuenta años: «Caballeros, ustedes conforman el uno por ciento más eficiente de todos los aviadores navales: la elite. Son los mejores de los mejores. Nosotros los vamos a hacer aún mejores». (¿Reconociste la película? Se trata de Top Gun).
Presupongo que si estás leyendo esto tú ya eres bueno en lo que haces, y que quizás hasta estés entre los mejores. Entonces, ¿cuál es mi tarea? Mostrarte cómo seguir mejorando para acercarte a la plenitud de tu potencial. O, más exactamente, hacer que tu manera de ser mejor siga creciendo.
¿MEJOR EN QUÉ?
Si tú eres un aviador naval, un atleta profesional, un cirujano renombrado mundialmente o una estrella de cine, me encanta que estés leyendo este libro. Pero la mayoría de nosotros no trabaja en campos tan exclusivos. Somos ejecutivos, vicepresidentes, CEOs, CFOs, directores, gerentes, vendedores; somos padres, madres, empleados, amigos, asociados, pares; somos atletas, entrenadores, compañeros de equipo o mentores. Este libro es para todos nosotros. Y digamos que no haré mucha distinción entre lo que es ser el mejor presidente y la mejor madre. Lo que implica poder llevarlos a ambos a que sean mejores es básicamente lo mismo.
Y esto hace surgir la pregunta más básica: ¿mejor en qué? Mejor en aquello que te importa. Mejor en cuanto a ser alguien al que otros respeten, emulen y en quien confíen. Mejor en cuanto a ser alguien que continúa mejorando y alcanzando logros. Una persona que motiva, desafía e inspira a otros a través de su ejemplo. Puede ser que no lo hayas considerado así, pero esas cualidades y otras definen el liderazgo, y constituyen las pequeñas medidas que nos permiten comenzar a evaluar cómo y en qué nos vamos volviendo realmente mejores, y desarrollando más nuestro potencial.
Con certeza puedes medir en dinero tu logro en cuanto a estar mejor de lo que estabas: a través de ventas, ingresos y ganancias que aumentan. Esas constituyen mediciones legítimas del éxito (precisamente las que necesitas utilizar para lograr mantener tu empleo). Espero poder demostrar, sin embargo, que el progreso monetario generalmente se produce como resultado de mejorar aquello en lo que ya eres el mejor.
Como veremos, las capacidades que las personas deben perfeccionar para ser mejores de lo que han sido con frecuencia son diferentes de aquellas que las han conducido a la posición que ocupan en el presente. En tanto que muchas personas piensan en mejorar en su trabajo o en su capacidad de desempeño, la meta más importante es enfocarse en desarrollar tus habilidades mentales, contemplativas y reflexivas. Estas son medidas que no pueden ser mensuradas por la evaluación de un empleador, pero miden las capacidades que nos permiten avanzar más allá de lo que jamás hayamos considerado posible.
No le puedo enseñar a John, nuestro cirujano en jefe de cardiología, aquellas cosas referidas a la medicina o a la cirugía. Pero puedo enseñarle el proceso del que él, o cualquier otro, puede valerse para mejorar. Desafiarlo en su pensamiento y comprensión, y proporcionarle nuevas perspectivas que pueda aplicar dentro de esa área altamente especializada. Y eso es lo que haremos a través de este libro. Del mismo modo en que no tengo nada que decirle a John sobre medicina, es probable que no tenga nada que decirte a ti con respecto a tu profesión. Pero al mejorar más allá de lo que ya hemos mejorado, resulta irrelevante cuál sea la cuestión, se trate de un empleo, un hobby o una ocupación. La cuestión somos nosotros. Tú. Yo. Si la meta es que nosotros seamos aquellos que mejoran, entonces lo que hace falta mejorar está dentro de nosotros.
LIBERAR EL POTENCIAL
En las ciencias cognitivas se da un fenómeno conocido como el efecto Pigmalión. También se lo conoce como el efecto Rosenthal, por uno de los psicólogos que lo descubrió. El fenómeno es bastante simple: revela que las altas expectativas conducen a un mejor desempeño. El fenómeno es más que una teoría; eso se ha demostrado en el laboratorio.
Entonces, ¿por qué no esperar más de nosotros mismos? Esto puede resultar especialmente difícil si ya somos buenos (y hasta los mejores) en algo, dado que entonces tendremos dificultades para imaginar cuán mejores podríamos llegar a ser.
Como resultado, limitamos nuestras expectativas, lo que a su vez es una manera de limitar las decepciones. Si esperamos mucho con frecuencia nos desilusionamos. Y, para evitarlo, bajamos nuestras expectativas. Aquel que espera poco y obtiene poco nunca se verá decepcionado.
Una de las claves para lograr un progreso continuo es tener la disposición a arriesgarse a una decepción, sin considerar la decepción como algo malo a evitar, sino como una prueba positiva de que apuntamos más alto y luchamos por mejorar. Me arriesgaría a decir que las personas muy exitosas enfrentan la decepción con mayor frecuencia que las demás. Pero no permiten que la desilusión las moleste.
Así que las preguntas a responder son:
¿De qué manera imaginas un futuro más importante que tu pasado?
¿Cómo puedes elevar tu percepción en cuanto a la velocidad a la que puedes llegar al andar en bicicleta?
¿Cómo te sobrepones a las limitaciones de tus experiencias?
¿Cómo te imaginas a ti mismo si te volvieras mejor de lo que ya eres?
Este libro apunta a que liberes tu imaginación para que procures desarrollar más tu potencial. Y cuando lo hagas, lo mejor de ti continuará volviéndose mejor aún.
CHAPTER 2
¿Por qué mejorar?
Este es un planeta interesante. Merece toda la atención que podamos prestarle.
— Marilynn Robinson, Gilead
A través de los años he trabajado con muchas empresas e individuos que me han dicho que su meta era convertirse en los mejores en aquello que hacían. Cada uno de ellos deseaba ser reconocido como el número uno o el mejor en su campo o industria. Para algunos la meta era simplemente algo a lo que aspiraban; pero otros en verdad alcanzaron la meta.
Convertirse en «el mejor» es en verdad difícil. Requiere enfocarse con intensidad y disposición a invertir el tiempo, las energías y el dinero que la mayor parte de la gente no quiere o no puede invertir.
Y no hay garantías. Tú puedes trabajar durante años y aún así descubrir que el alcanzar la cima resulta algo esquivo, escurridizo. Pero, por difícil que resulte el intento de convertirse en el mejor, existe algo todavía más difícil: convertirse en el mejor y continuar luego procurando ser aún mejor.
LLEGAR A SER AÚN MEJOR SIEMPRE LE GANA A SER SIMPLEMENTE EL MEJOR
Solo hay una cosa que le gana a lo «mejor» (la mejor compañía, el mejor intérprete, el mejor logro), y es volverse aún mejor.
Aún mejor. Ser aún mejor supera a ser el mejor.
Ser aún mejor es un adelanto. Aumenta el valor y derrota a la autocomplacencia. Ser aún mejor nos lleva hacia adelante y hace que «el mejor» quede en segundo lugar.
A todo el mundo le gusta lo que es aún mejor: aún mejores relaciones, aún una mejor salud, aún mejores empleos. Todo aún mejor.
¿Alguna vez escuchaste a alguien decir: «Por favor, no hagas eso aún mejor»? No lo creo.
Los clientes quieren lo que es aún mejor. Les gusta recibir más en cuanto a servicios, productos y beneficios.
Nuestros empleadores quieren lo que es aún mejor. No nos pagarán más dinero simplemente para recibir el mismo desempeño. Si queremos incrementar el potencial de nuestros ingresos debemos también aumentar el valor con el que contribuimos a nuestra empresa.
Si tú eres un empleador, un líder o un gerente, tus empleados y los miembros de tu equipo probablemente quieran ver una mejoría también. Desean que tú los conduzcas hoy un poco mejor de lo que los condujiste ayer. No aceptan con mucho entusiasmo la autosuficiencia de un jefe, así como el jefe no acepta la autocomplacencia de un empleado.
¿Y qué con respecto a nuestro hogar? ¿No preferiría tu cónyuge tener una mejor relación contigo, independientemente de lo buena que sea hoy? ¿No crees que luego de diez años de matrimonio la relación entre ustedes debería ser mejor de lo que fue después de las primeras diez semanas? Deseamos que el amor crezca, no que se estanque.
Si no te conviertes en un mejor padre a medida que envejeces es porque no estás prestando atención. Si deseas que tus hijos se vuelvan cada vez mejores, eres tú el que debe marcar el ritmo y ser un ejemplo.
Resumiendo, ser aún mejor constituye la principal estrategia para alcanzar el éxito en tu vida profesional y personal.
TRES RAZONES PARA MEJORAR PROFESIONALMENTE
Necesitas una motivación convincente para cambiar cualquier conducta. Entre las mejores motivaciones está el descubrir los beneficios que resultan de realizar ese cambio. El impulso para buscar el desarrollo de tu potencial resultará más exitoso si tienes claridad en cuanto a los beneficios que ese esfuerzo te proporcionará.
1. Los clientes
Me comunico a través de mi blog con cuatro grandes amigos y colegas: Joe Calloway, Scott Mckain, Randy Pennington y Larry Winget. Y periódicamente nos transmitimos nuestras perspectivas sobre algún tópico específico.
(Continues…)
Excerpted from "El Principio Potential"
by .
Copyright © 2017 Grupo Nelson.
Excerpted by permission of Grupo Nelson.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
Excerpts are provided by Dial-A-Book Inc. solely for the personal use of visitors to this web site.