Lucía sin sonrisa

Valentina sabe que siempre recordará los exámenes de enero por la forma casi sigilosa en que ha empezado a nevar. De puntillas, a tientas, cuando nadie está prestando atención.

A veces la culpa se parece a eso, a ver la nieve de lejos, al otro lado de la ventana. Y otras veces, a una canción de Shakira, a una tirita en la rodilla de una niña o un clip amarillo en el pelo, a ver una fotografía que parece un poema. O a perder una cuchara detrás del aparador. La culpa se parece a muchas cosas, todas pequeñas y todas hambrientas, todas cautelosas como la niebla que se extiende sobre el bosque y lo deja todo blanco y quieto.

Y a veces ni siquiera tener unas amigas increíbles puede mantener a raya la culpa. Sobre todo cuando la sombra de la depresión de la hermana de Valentina pesa sobre la infancia de todas ellas. Por eso, un encuentro fortuito con una compañera en el pasillo de la facultad puede complicarlo todo. Porque Valentina aún tiene muchos dragones que derrotar y enamorarse de Lucía, que también sufre depresión, no es lo más inteligente que podría hacer. Porque Lucía siempre está triste, lo sabe todo el mundo. Lo que no saben es que también está asustada, que tiene días tan difíciles que apenas puede moverse, que se irrita con la facilidad de un gato malhumorado. Ni que siente que es culpa suya, ni que es algo más que su enfermedad. Pero Lucía es también una chispa, un relámpago, la luz de una vela. Y Valentina no puede dejar de mirarla.

Porque el amor también viene despacio y en silencio, casi sin darse cuenta. A escondidas. Como lágrimas de rocío cuando aún no ha llegado el amanecer.

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Lucía sin sonrisa

Valentina sabe que siempre recordará los exámenes de enero por la forma casi sigilosa en que ha empezado a nevar. De puntillas, a tientas, cuando nadie está prestando atención.

A veces la culpa se parece a eso, a ver la nieve de lejos, al otro lado de la ventana. Y otras veces, a una canción de Shakira, a una tirita en la rodilla de una niña o un clip amarillo en el pelo, a ver una fotografía que parece un poema. O a perder una cuchara detrás del aparador. La culpa se parece a muchas cosas, todas pequeñas y todas hambrientas, todas cautelosas como la niebla que se extiende sobre el bosque y lo deja todo blanco y quieto.

Y a veces ni siquiera tener unas amigas increíbles puede mantener a raya la culpa. Sobre todo cuando la sombra de la depresión de la hermana de Valentina pesa sobre la infancia de todas ellas. Por eso, un encuentro fortuito con una compañera en el pasillo de la facultad puede complicarlo todo. Porque Valentina aún tiene muchos dragones que derrotar y enamorarse de Lucía, que también sufre depresión, no es lo más inteligente que podría hacer. Porque Lucía siempre está triste, lo sabe todo el mundo. Lo que no saben es que también está asustada, que tiene días tan difíciles que apenas puede moverse, que se irrita con la facilidad de un gato malhumorado. Ni que siente que es culpa suya, ni que es algo más que su enfermedad. Pero Lucía es también una chispa, un relámpago, la luz de una vela. Y Valentina no puede dejar de mirarla.

Porque el amor también viene despacio y en silencio, casi sin darse cuenta. A escondidas. Como lágrimas de rocío cuando aún no ha llegado el amanecer.

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Lucía sin sonrisa

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by Ariadna Espino
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Overview

Valentina sabe que siempre recordará los exámenes de enero por la forma casi sigilosa en que ha empezado a nevar. De puntillas, a tientas, cuando nadie está prestando atención.

A veces la culpa se parece a eso, a ver la nieve de lejos, al otro lado de la ventana. Y otras veces, a una canción de Shakira, a una tirita en la rodilla de una niña o un clip amarillo en el pelo, a ver una fotografía que parece un poema. O a perder una cuchara detrás del aparador. La culpa se parece a muchas cosas, todas pequeñas y todas hambrientas, todas cautelosas como la niebla que se extiende sobre el bosque y lo deja todo blanco y quieto.

Y a veces ni siquiera tener unas amigas increíbles puede mantener a raya la culpa. Sobre todo cuando la sombra de la depresión de la hermana de Valentina pesa sobre la infancia de todas ellas. Por eso, un encuentro fortuito con una compañera en el pasillo de la facultad puede complicarlo todo. Porque Valentina aún tiene muchos dragones que derrotar y enamorarse de Lucía, que también sufre depresión, no es lo más inteligente que podría hacer. Porque Lucía siempre está triste, lo sabe todo el mundo. Lo que no saben es que también está asustada, que tiene días tan difíciles que apenas puede moverse, que se irrita con la facilidad de un gato malhumorado. Ni que siente que es culpa suya, ni que es algo más que su enfermedad. Pero Lucía es también una chispa, un relámpago, la luz de una vela. Y Valentina no puede dejar de mirarla.

Porque el amor también viene despacio y en silencio, casi sin darse cuenta. A escondidas. Como lágrimas de rocío cuando aún no ha llegado el amanecer.


Product Details

ISBN-13: 9788418497827
Publisher: SELECTA
Publication date: 08/12/2021
Sold by: PENGUIN RANDOM HOUSE GRUPO EDITORIAL
Format: eBook
Pages: 448
File size: 5 MB
Age Range: 14 Years
Language: Spanish

About the Author

Ariadna Espino llegó al mundo con el deshielo, tras un invierno blanco y demasiado largo. Es escritora, quizás porque de niña juró que jamás lo sería y siempre ha creído en la importancia de las mentiras que se cuentan a uno mismo. Escribe como vuelan los pájaros migratorios, en temporadas febriles. Escribe como si a veces se olvidara de que no es lo único que existeen el mundo. Lleva muchas historias a sus espaldas, pero de momento ha publicado las novelas No hay besos sin hierbabuena y Lágrimas de cera, y ha participado en las antologías Relatos de diez autoras para pasar la cuarentena y La enciclopedia de animales poco convencionales.

Dedica su tiempo a pintar conchas y a prensar plantas para completar su cuaderno de botánica. Lo más importante que hay que conocer sobre ella es que nunca se pierde en la montaña, y que sabe que las mejores cosas las amamos en los libros y en la niebla.


Ariadna Espino llegó al mundo con el deshielo, tras un invierno blanco y demasiado largo. Es escritora, quizás porque de niña juró que jamás lo sería y siempre ha creído en la importancia de las mentiras que se cuentan a uno mismo. Escribe como vuelan los pájaros migratorios, en temporadas febriles. Escribe como si a veces se olvidara de que no es lo único que existeen el mundo. Lleva muchas historias a sus espaldas, pero de momento ha publicado las novelas No hay besos sin hierbabuena y Lágrimas de cera, y ha participado en las antologías Relatos de diez autoras para pasar la cuarentena y La enciclopedia de animales poco convencionales.

Dedica su tiempo a pintar conchas y a prensar plantas para completar su cuaderno de botánica. Lo más importante que hay que conocer sobre ella es que nunca se pierde en la montaña, y que sabe que las mejores cosas las amamos en los libros y en la niebla.

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