Movimientos milagrosos: Cómo cientos de miles de musulmanes están enamorándose de Jesús

Movimientos milagrosos: Cómo cientos de miles de musulmanes están enamorándose de Jesús

by Jerry Trousdale
Movimientos milagrosos: Cómo cientos de miles de musulmanes están enamorándose de Jesús

Movimientos milagrosos: Cómo cientos de miles de musulmanes están enamorándose de Jesús

by Jerry Trousdale

Paperback

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Overview

¿Cómo es que las personas más resistentes al poder transformador del Evangelio llegan a ser sus seguidores más consagrados?Movimientos milagrosos relata un asombroso cambio que se está produciendo dentro de las comunidades musulmanas en las cuales la verdad de Jesucristo está transformando por completo la vida de muchos miles de musulmanes procedentes de más de veinte grupos étnicos. Descubre a través de estas historias de la vida real, a veces llenas de humor y con frecuencia aleccionadoras y alentadoras, cómo hay imames, jeques y mezquitas enteras que están abandonando el Islam para seguir a Cristo.

Esta cercana mirada a lo que el Señor está haciendo para propagar el Evangelio resalta los principios bíblicos claves que ayudan a los cristianos a alcanzar con amor a otras personas de su propia comunidad para compartir con ellas el Evangelio. Los autores describen el principio del servicio a los demás que abre las puertas de las oportunidades para la obra del Evangelio.

How do the people most resistant to the transformative power of the gospel come to be its most devoted followers? Movimientos milagrosos recounts an amazing change taking place within Muslim communities where the truth of Jesus Christ is turning around the lives of many thousands of Muslims from more than twenty people groups. Discover through the sometimes humorous, often sobering, but always enlightening and encouraging true stories how imams, sheikhs, and entire mosques are forsaking Islam and embracing Christ.


Product Details

ISBN-13: 9780718001551
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 05/27/2014
Pages: 208
Product dimensions: 4.90(w) x 7.90(h) x 0.70(d)
Language: Spanish

About the Author

Jerry Tousdale es el Director de International Ministries for CityTeam Ministries, organización de la que forma parte desde 2005. Es también cofundador de Final Command Ministries, una organización dedicada a establecer movimientos de fundación de iglesias entre grupos étnicos musulmanes. A lo largo de los años, Jerry ha fundado iglesias entre los musulmanes de África occidental, y ha trabajado en publicaciones cristianas, además de pastorear en California y en Tennessee.

Read an Excerpt

MOVIMIENTOS MILAGROSOS

Cómo cientos de miles de musulmanes están enamorándose de Jesús


By JERRY TROUSDALE, Graciela Lelli

Grupo Nelson

Copyright © 2014 Grupo Nelson
All rights reserved.
ISBN: 978-0-7180-0155-1



CHAPTER 1

¡SIN prECEDENTES!


¡Deben regresar a esta zona! ¡Se ha producido un maremoto! Los musulmanes están acudiendo a Cristo en aluvión. Vengan a ayudarnos.

—súplica de un líder musulmán convertido en plantador de iglesias


EL SUEÑO DEL SHEIK

El sueño del sheik Hanif era en realidad muy particular, tanto acuciante como esperanzador. No tenía nada que ver con las pesadillas aterradoras e inquietantes que había tenido en ocasiones. No, esto era muy diferente, y había poco tiempo para reflexionar sobre él. Requería de una acción inmediata porque, según el sueño, algo importante iba a suceder ese día, algo que requería que él estuviera en su lugar antes de las primeras luces.

Hanif era un líder musulmán experimentado. Al igual que su padre, él había estudiado el Corán por años. Uno de sus superiores había notado la capacidad de Hanif, y eso dio como resultado que fuera reclutado para organizar comunidades e iniciar nuevas mezquitas. Durante ocho años realizó esa tarea con excelencia. Para su comunidad, Hanif era la voz y el símbolo del islam: un hombre decente que representaba lo que significaba ser un buen musulmán.

Pero había algo en él que nadie podía llegar a conocer. El compromiso de Hanif con el islam era genuino, pero tenía un profundo vacío en su alma que el islam nunca había llenado en realidad. Él anhelaba tener certeza en cuanto a su estado frente a Dios. Luchaba por encontrar respuestas o razones a la violencia que existía dentro del mundo islámico. Lo afligía la falta de compasión por la gente que sufría. Y reconocía que su religión no les permitía ni a él ni a la gente a la que conducía realizar elecciones por ellos mismos, tampoco les daba respuestas satisfactorias a los grandes conflictos que encontraban en la vida. Pero esa noche Hanif se había despertado durante las horas de oscuridad con una nueva esperanza ardiéndole dentro: ¡quizás estaba punto de encontrar la respuesta a esas preguntas!

Había tenido un sueño como ningún otro. En él Hanif se encontraba con un hombre muy bien parecido y lleno de gracia.

El hombre se dirigió a él por su nombre, diciéndole simplemente que deseaba que lo sirviera. Pero luego le hizo una advertencia: debía aprender a escucharlo. Sorprendido y sacudido, Hanif le preguntó: «¿Quién eres?»

«Yo soy Isa al Masih (el término utilizado por el Corán para denominar a Jesús el Mesías)», respondió el hombre, «y si me obedeces, tendrás éxito en aquello que has ansiado toda tu vida».

«¿Qué debo hacer?», preguntó Hanif.

Jesús le mostró un árbol solitario de pie sobre la cumbre de un monte, bajo cuyas ramas pasaba un camino muy transitado. Hanif reconoció el lugar, porque lo conocía bien y no estaba lejos de su casa. Jesús entonces le mostró el rostro de un hombre y le dijo: «Ve ahora, y espera debajo del árbol, junto al camino. Busca a este hombre, porque él es mi siervo. Lo reconocerás cuando lo veas. Encuéntralo, porque él te mostrará las verdaderas respuestas a tus preguntas con respecto a Dios».

Hanif despertó de su sueño reflexionando acerca de su encuentro con Jesús, y todavía viendo el rostro del hombre que se le había encomendado encontrar. ¡No podía olvidar ese rostro! En la aglomeración de la multitud, tal vez contara solo con un segundo para hacer una conexión con él. En menos de una hora las primeras luces del cielo del este de África comenzarían a aparecer, y la ruta señalada rápidamente se llenaría de carros, ganado y miles de personas llevando encima sus cargas, en ocasiones sobrepasando el espacio del camino más allá de las zanjas y cunetas. Encontrar al hombre en medio de ese caos resultaba un verdadero desafío.

Hanif se vistió rápida y silenciosamente, sin preocuparse por llevar comida ni agua, en su premura. Tendría que ganarle al sol y llegar al lugar exacto que se le había indicado para poder estar allí y examinar el rostro de cada persona que pasara. Hanif no se animó a contarle a su esposa acerca de este encargo. Ella podría pensar que él estaba bajo un hechizo o que se estaba volviendo inestable. O lo que es peor aún, tal vez dejara trascender sus intenciones delante del consejo islámico local. Y aun si se mostrara solidaria, ¿cómo podría explicarle que estaba buscando a un extraño que había sido enviado a responder todas las preguntas importantes que tenía, cuestiones profundas que habían atormentado su alma?

¿Durante cuántos años había orado diariamente pidiéndole a Dios diecisiete veces por día que le mostrara el camino correcto? Pero antes de recibir este sueño había temido morir sin experimentar el camino recto de la verdadera paz y certeza. Por supuesto, él había guardado todo lo que requería el islam, devoción al Corán y la práctica de las oraciones diarias; sin embargo, no tenía seguridad con respecto al paraíso, ni «salaam» (paz) duradera en su interior. ¿Cuántas veces a través de los años se había sentido afligido cuando algunos musulmanes que confiaban en él le pedían ayuda en cuanto a las mismas cuestiones con las que él estaba luchando, o le preguntaban cómo encontrar unidad y amor dentro de familias que estaban rotas? Cuánto lo humillaba darles la misma respuesta que a él lo había dejado vacío durante años: «más sharia».

Hanif se dirigió al árbol señalado, se sentó junto al tronco y esperó. Esperaba y miraba; sentado, escrutaba cada rostro de los que pasaban. De tanto en tanto un escalofrío le recorría la espalda: «¡Es él! Pero ... no, no lo es». Pasaba el tiempo, pasaba la gente y Hanif continuaba esperando.

Avanzada la tarde, varias millas más allá, un hombre de nombre Wafi se preguntaba si tendría oportunidad de dormir cuando regresara a su hogar a la mañana siguiente. Había sido un día muy ajetreado, y todavía tenía otra hora de camino hasta llegar al lugar apartado que se había elegido para una reunión de oración que duraría toda la noche. Afortunadamente, los vientos del atardecer, tan comunes en esa parte de África, los refrescaban a él y a sus compañeros. Hoy había sido un buen día, viajando a pie con los dos prometedores jóvenes a los que estaba orientando en el presente y visitando a nuevos seguidores de Cristo en sus hogares. No había mejor manera de hacer discípulos que esa.

Wafi había desarrollado la habilidad de encontrar a la gente a la que Dios había preparado y colocado en posición de convertirse en puentes para llevar las buenas nuevas de Jesús a un pueblo nuevo. Aquellos que tenían el privilegio de pasar tiempo con Wafi siempre contaban con él como modelo y mentor en las disciplinas de oración, en los procesos para encontrar aquellos «puentes» que condujeran a una nueva comunidad, o en la paciencia para superar las pruebas. Según Wafi, el compartir, enseñar, caminar, orar y soportar dificultades juntos era la manera en que Jesús había discipulado a los doce, y constituía la única manera que él conocía de hacer lo mismo.

Curiosamente, hacía poco tiempo, Wafi había tenido un extraño sueño en el que Dios le decía: «¡Te daré un sheik!». Wafi entendió que el sueño significaría que probablemente tuviera planes de usarlo para discipular a un sheik que quizá se convirtiera en un puente para llevar el evangelio a otros líderes musulmanes. Pero Wafi suponía que tendría que esperar para descubrirlo. Ese sueño, por lo tanto, no estaba en su mente mientras él y sus dos amigos caminaban a lo largo de la ruta que iba siendo ganada por las sombras.

Mientras tanto, el sheik Hanif, todavía en el lugar señalado, comenzaba a desesperarse. No había imaginado que la tarea que se le había encomendado a través del sueño le llevaría más de doce horas de observar innumerables rostros, hasta que la luz comenzara a apagarse en el cielo occidental, del mismo modo en que empezaba a desvanecerse su esperanza. Entonces, casi en la oscuridad, llegaron unas pocas personas más por el camino ahora prácticamente vacío. Apenas lograba divisar tres figuras al disminuir la distancia entre ellos. Y entonces, aquel que iba en medio ... ¡sí, ese era el rostro que había estado esperando!

Le llevó unos cuantos minutos al entusiasta sheik convencer a Wafi que no quería hacerle daño a pesar de lo intenso de su saludo. «¡Amigo, entiéndelo! Es Isa al Masih mismo el que requiere que tú respondas mis preguntas esta noche». A Wafi le parecía una pesada carga encontrarse inesperadamente con un extraño que le dijera: «Debes responder todas mis preguntas ... ¡esta noche!». Pero el hombre no estaba dispuesto a encontrarse con él en una fecha posterior; había esperado todo el día (en realidad muchos años) para recibir respuestas acerca de interrogantes que tenían que ver con la vida y la muerte, y no estaba dispuesto a aguardar más. Y Wafi no podía dejar pasar la oportunidad de compartir las buenas nuevas de Cristo con este hombre tan ansioso por escuchar. (Extrañamente no fue sino hasta mucho después que él estableció la conexión entre Hanif y su sueño acerca de que Dios le mandaba un influyente sheik.)

Finalmente, Wafi sugirió que se dirigieran en silencio hasta la casa de Hanif donde pudieran contar con la privacidad necesaria para hablar ahondando en el tema. Allí encontraron a una esposa estupefacta que, comprensiblemente, tenía más de un tema de preocupación con respecto a lo que estaba sucediendo en su familia. Pero en el término de unos días, tanto ella como su marido habían experimentado lo que significaba la verdadera libertad en Jesucristo, en especial por haber vivido mucho tiempo en una oscura incertidumbre y en el desaliento.

* * *

Desde ese momento, Hanif ha sido bien discipulado en la palabra de Dios, y a su vez él ha discipulado a dos nuevos líderes que están ahora plantando iglesias en otra zona de su país. Él también sintió el llamado del Señor a trabajar en un área musulmana con desafíos mucho mayores, en la que ha establecido siete iglesias. Le encanta contar esta historia y lo hace con gran gozo.

En verdad, la buena noticia es que cada día cientos de historias semejantes a la de Hanif suceden a través de todo el mundo musulmán. En los próximos capítulos nos encontraremos con muchos hombres y mujeres notables a los que Dios está usando para comenzar a cambiar el mundo musulmán. Conocer a esas personas de fe ayuda a avanzar más allá de una narrativa sobre el islam a la que han dado forma la historia de ayer y los titulares de hoy, para descubrir que el Dios de amor y gracia está escribiendo una nueva historia del islam en nuestro tiempo. Les damos la bienvenida a los héroes y heroínas de la Historia de Dios, esos hombres y mujeres comunes que viven en lugares difíciles, oran mucho, y a menudo cuentan con recursos físicos limitados, pero que en el poder de Dios logran cosas extraordinarias.


LOS MOVIMIENTOS MILAGROSOS SE ESTÁN EXTENDIENDO A TRAVÉS DEL MUNDO MUSULMÁN

Para cientos de ministerios que sirven en poblaciones musulmanas a través de todo el mundo, la historia del sheik Hanif no resulta para nada inusual. Informes reunidos a partir de diferentes organizaciones sugieren que puede haber un millón de personas, o más aún, pasando del islam a Jesús cada año. Cualesquiera sean estas cifras globales, no queda duda de que Dios está creando una dinámica ministerial notable y sin precedentes en algunos de los lugares en los que no los esperábamos dentro del mundo islámico, ministerio que parece una continuación del libro de Los Hechos.

En nuestro propio contexto ministerial, la expresión «sin precedentes» se utiliza para describir lo siguiente:

* Múltiples casos en los que mezquitas enteras vienen a la fe.

* Miles de hombres y mujeres comunes que son usados por Dios para lograr resultados aparentemente imposibles.

* Decenas de miles de cristianos de trasfondo musulmán que se convierten en intercesores consagrados que ayunan y oran para que el evangelio penetre a una próxima comunidad.

* Grupos dentro de pueblos musulmanes que nunca habían tenido ni siquiera una iglesia entre ellos en los que luego de dos años de dedicación ya se han establecido cincuenta iglesias, y en algunos casos más de cien.

* Exsheiks, imanes y militantes islámicos que conforman el veinte por ciento, o más, del nuevo liderazgo cristiano en regiones musulmanas.


Y la obra sin precedentes de Dios en el mundo musulmán ha ido sacando a la luz algunas historias apasionantes y verdaderas que tampoco tienen precedentes, tales como:

* Dos personas dedicadas a hacer discípulos se rehusaron a abandonar un pueblo en el que se había martirizado a cinco cristianos, y en unos pocos años lograron que hubiera siete iglesias dentro de esa comunidad.

* En uno de los países, luego de observar las transformaciones positivas tremendas que sucedían en las familias recientemente convertidas al cristianismo y en los clanes de los pueblos vecinos, los líderes musulmanes de más de veinte comunidades diferentes comenzaron a buscar alguien que viniera a compartir las mismas historias que habían cambiado las vidas de sus vecinos (relatos bíblicos contados en forma de historias, comenzando con la creación y recorriendo las Escrituras hasta llegar a Cristo).

* Un exmusulmán que colocaba bombas en las iglesias ahora dedica su vida a orar por sus vecinos, se relaciona con ellos con genuina compasión, hace discípulos y planta iglesias.


UNA VIUDA, UN HOMBRE CIEGO Y LA LUZ DEL MUNDO

Un año después de que el sheik Hanif y Wafi se encontraron (y a unos cuantos miles de kilómetros de distancia) un hombre llamado Zamil se subió a los tropezones a un taxi y se marchó en él. Él tropezó porque había trastabillado en la cuneta, y había trastabillado en la cuneta porque era ciego. Más específicamente, había quedado ciego poco tiempo atrás y todavía luchaba por compensar su pérdida de la visión mientras trataba de abrirse camino con su bastón, aprendiendo el arte de recorrer el terreno que no podía ver por lo que podía percibir y no por la vista.

Pocas horas después, una mujer de nombre Nadirah movilizaba a su comunidad en la búsqueda del hombre ciego perdido. Era llamada «Mamá Nadirah» por aquellos que la conocían bien, término tanto cariñoso como de profundo respeto, y ella se sentía personalmente responsable por el bienestar de Zamil. Pero ahora él había desaparecido.

Por donde se la mirara, Mamá Nadirah era una mujer extraordinaria. Había crecido en un hogar musulmán que la llevó a fundamentarse en el Corán y en los rituales de devoción que constituían la instrucción corriente de las familias musulmanas de su ciudad. Lamentablemente, ese trasfondo no incluía la oportunidad de que las niñas recibieran ningún tipo de educación formal, y Nadirah jamás tuvo la chance de aprender a leer y escribir. Pero ese desafío no hizo disminuir en ella la clara convicción de que su vida había sido bendecida por Dios. Sabía que la mano de Dios había estado sobre ella desde temprana edad. La mano de Dios la había reunido con un hombre cristiano, llamado Charles, y conducido a un matrimonio y a una familia feliz donde se le había presentado a Jesús el Mesías. Lamentablemente, luego de muchos años de matrimonio y de criar una familia, cuando sus hijos crecieron y comenzaron y marcharse del hogar, Charles murió. Pero Nadirah pronto descubrió que aún en su dolor no estaba sola; encontró que tenía al Espíritu Santo de Dios para guiarla y fortalecerla, y también descubrió el poder de la oración.

Nunca se sentó a lamentarse por su situación, y decidió que si no podía leer la palabra de Dios conseguiría alguien que se la leyera y la memorizaría palabra por palabra. Y eso fue lo que hizo con una gran habilidad, memorizando la Biblia tan completamente que la gente con frecuencia se maravillaba al saber que ella nunca había leído la Biblia por sí misma. Pero quizá lo más importante fue el ministerio que Dios desarrolló a través de su corazón dispuesto, un ministerio de oración y de bondad amorosa hacia aquellos que estaban en necesidad. Pasado un tiempo, su hijo Joseph le presentó los principios bíblicos de los Movimientos Enfocados en Hacer Discípulos, y ella se dio cuenta de que Dios podía usar a gente común como ella para hacer discípulos y hasta para plantar iglesias. ¡Esa fue una noticia revolucionaria!

Con el tiempo, Nadirah comenzó a orar en un nuevo nivel de fe, y luego con una oración ferviente, con ayuno, y hasta con oraciones que duraban toda la noche. Ella vivía para orar y para presentarles a sus amigos una vida en la presencia de Dios, entrenándolos y guiándolos en el proceso. A pesar de la desventaja de no ser una persona alfabetizada, Nadirah buscó recibir todo el entrenamiento posible sobre la oración, el hacer discípulos y la plantación de iglesias; y fue excelente. Abrió su hogar y su corazón a cualquiera que viniera con necesidad de oración, sanidad, consejo, amistad, o simplemente un plato de comida caliente.


(Continues...)

Excerpted from MOVIMIENTOS MILAGROSOS by JERRY TROUSDALE, Graciela Lelli. Copyright © 2014 Grupo Nelson. Excerpted by permission of Grupo Nelson.
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Table of Contents

Contents

Acerca del equipo y del autor, 9,
Introducción, 13,
1. ¡Sin precedentes!, 19,
2. La estrategia de Jesús al hacer discípulos que va contra toda lógica, 33,
3. Orar al Dios de la cosecha, 47,
4. Dentro del Islam, 67,
5. Captar a los desamparados, 83,
6. El discipulado que se basa en la obediencia y en los Estudios Bíblicos de Descubrimiento, 99,
7. Iglesias simples, transformación impresionante, reproducción rápida, 111,
8. Sueños, visiones y milagros entre los musulmanes, 127,
9. «De los cuáles el mundo no es digno», 141,
10. Las personas más difíciles son las que producen los mejores resultados, 155,
11. Gente común que logra lo imposible, 167,
12. Siete cambios de paradigma, 179,
13. Primeros pasos, 187,
Primer apéndice, 201,
Segundo apéndice, 203,
Notas, 207,

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