Los griegos celebraban sus fiestas al principio y al final de la siega, piden a los dioses que el campo sea fecundo, y concretamente, lo piden a Dionisos. Una procesión de danzantes dionisíacos que representan a los sátiros - compañeros de Dionisos - pasea por las avenidas de la Grecia primitiva seguida por jóvenes ansiosos de alcanzar el éxtasis dionisíaco. Se sacrifica a un carnero cuya sangre fecunda los campos y se danza, danzan los trasgos (estos sátiros, de hecho, trasgo significa macho cabrío en griego) que a la vez que bailan salmodian algunos textos, estamos ante el precedente del coro. Mientras el carnero se sacrifica sobre un altar, los trasgos giran alrededor de él con sus salmodias y sus danzas en honor a Dionisio.