Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha buscado de manera incansable la felicidad, pero sin tener mucho éxito. El mundo occidental nos presenta fórmulas “mágicas” que nos prometen acceder a tan importante meta, pero nos perdemos en sus intrincados mecanismos y terminamos siendo presas de la frustración y la amargura. En Ser felices para siempre se nos presenta una reflexión que, sin pretender dar respuesta a esa búsqueda inmanente a la naturaleza humana —para la cual no existen recetas posibles—, nos acerca a su comprensión desde el lenguaje de lo sencillo, desde el reconocimiento de lo evidente en nuestra propia existencia, pero que ha sido dejado de lado en pos de un sueño hecho utopía. La clave está en lo que tenemos frente a nosotros mismos, de allí esa ceguera que nos impide crecer y alcanzar la vida plena.
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha buscado de manera incansable la felicidad, pero sin tener mucho éxito. El mundo occidental nos presenta fórmulas “mágicas” que nos prometen acceder a tan importante meta, pero nos perdemos en sus intrincados mecanismos y terminamos siendo presas de la frustración y la amargura. En Ser felices para siempre se nos presenta una reflexión que, sin pretender dar respuesta a esa búsqueda inmanente a la naturaleza humana —para la cual no existen recetas posibles—, nos acerca a su comprensión desde el lenguaje de lo sencillo, desde el reconocimiento de lo evidente en nuestra propia existencia, pero que ha sido dejado de lado en pos de un sueño hecho utopía. La clave está en lo que tenemos frente a nosotros mismos, de allí esa ceguera que nos impide crecer y alcanzar la vida plena.