Sopa de Pollo para el Alma del Adolescente: Relatos sobre la vida, el amor y el aprendizaje

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Overview

Sopa de Pollo para el Alma del Adolescente consists of stories every teen can relate to and learn from—without feeling criticized or judged. This edition contains important lessons on the nature of friendship and love, the importance of belief in the future, and the value of respect for oneself and others, and much more.

Product Details

ISBN-13: 9781453280331
Publisher: Chicken Soup for the Soul
Publication date: 05/20/2014
Series: Sopa de Pollo para el Alma
Sold by: SIMON & SCHUSTER
Format: eBook
Pages: 280
File size: 895 KB
Age Range: 12 - 15 Years
Language: Spanish

About the Author

Jack Canfield is cocreator of the Chicken Soup for the Soul® series, which includes forty New York Times bestsellers, and coauthor of The Success Principles: How to Get from Where You Are to Where You Want to Be. He is a leader in the field of personal transformation and peak performance and is currently CEO of the Canfield Training Group and Founder and Chairman of the Board of The Foundation for Self-Esteem. An internationally renowned corporate trainer and keynote speaker, he lives in Santa Barbara, California.
Jack Canfield is co-creator of the Chicken Soup for the Soul® series, which includes forty New York Times bestsellers, and coauthor of The Success Principles: How to Get from Where You Are to Where You Want to Be. He is a leader in the field of personal transformation and peak performance and is currently CEO of the Canfield Training Group and Founder and Chairman of the Board of The Foundation for Self-Esteem. An internationally renowned corporate trainer and keynote speaker, he lives in Santa Barbara, California.
 Mark Victor Hansen is a co-founder of Chicken Soup for the Soul.

Hometown:

Santa Barbara, California

Date of Birth:

August 19, 1944

Place of Birth:

Fort Worth, Texas

Education:

B.A. in History, Harvard University, 1966; M.A.T. Program, University of Chicago, 1968; M.Ed., U. of Massachusetts, 1973

Read an Excerpt

Sopa de Pollo para el Alma del Adolescente

Relatos sobre la vida, el amor y el aprendizaje


By Jack Canfield, Mark Victor Hansen, Kimberly Kirberger

Chicken Soup for the Soul Publishing

Copyright © 2014 Chicken Soup for the Soul Publishing, LLC, y Kimberly Kirberger
All rights reserved.
ISBN: 978-1-4532-8033-1



CHAPTER 1

SOBRE LAS RELACIONES

Las relaciones, de cualquier tipo, son como arena en la mano. Si la sostienes suelta, con la mano abierta, la arena se queda donde está. En el instante en que cierras la mano y la comprimes para retenerla, la arena se te desliza entre los dedos. Tal vez conserves un poco, pero la mayor parte se te escurrirá. Una relación es algo similar. Si la dejas suelta, confiriendo respeto y libertad a la otra persona, lo más probable es que se mantenga intacta. Pero si la atrapas demasiado, si eres demasiado posesivo, la relación se escabulle y se pierde.

Kaleel Jamison, The Nibble Theory


Después de un tiempo


Después de un tiempo aprendes la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma,

Y aprendes que amar no significa apoyarte y compañía no significa seguridad,

Y empiezas a aprender que los besos no son contratos y que los obsequios no son promesas,

Y comienzas a aceptar tus derrotas con la cabeza en alto y los ojos abiertos, con la gracia de un adulto, no con el pesar de un niño,

Y aprendes a construir todos tus senderos en el ahora porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes.

Después de un tiempo aprendes que hasta el sol quema si recibes demasiado.

Así que siembra tu propio jardín y decora tu propia alma en lugar de esperar a que alguien te traiga flores.

Y aprendes que en verdad puedes resistir … Que en verdad eres fuerte, Y que en verdad vales.

Veronica A. Shoffstall escrito a los 19 años


Espíritus afines


A menudo he narrado a mi hija Lauren la historia de cómo su padre y yo nos conocimos y de nuestro enamoramiento. Ahora que tiene 16 años, está preocupada porque comprende que su espíritu afín puede estar sentado junto a ella en una clase o hasta le puede pedir una cita, pero todavía no se siente preparada para hacer el mismo compromiso que sus padres hicieron años atrás.

Conocí a Mike el 9 de octubre de 1964. En la fiesta de nuestra amiga Andrea se encontraron de extremo a extremo del patio nuestros tímidos ojos. Nos sonreímos y después de un rato nos encontramos enfrascados en una conversación que duró toda la noche, excluidos todos los demás. Yo tenía 11 años, y él 12. A los tres días ya salíamos juntos, lo que terminó después de un mes algo tumultuoso.

Meses después, Mike todavía me invitó a su espectacular bar mitzvah e incluso me sacó a bailar. (Años más tarde me confesó que a pesar de mis frenos, mis piernas flacuchas y mi cabello estrambótico, pensaba que yo era bonita.)

Mike y yo teníamos muchos amigos en común, y en la escuela pertenecíamos al mismo grupo social, por lo que a lo largo de los siguientes años nuestros caminos se cruzaron de continuo. Cada vez que yo terminaba con un novio u otro me rompía el corazón, mi madre exclamaba, "No te preocupes, tú vas a terminar con Mike Leb". Yo gritaba, "¡Jamás! ¿Por qué piensas eso?". Me recordaba lo mucho que aparecía su nombre en mis conversaciones y lo buen muchacho que era.

Por fin llegué a la secundaria, llena de nuevos muchachos agradables. Estaba lista. ¿Y a mí qué me importaba si Mike salía con mi mejor amiga? ¿Por qué, me preguntaba, me estaba volviendo esto loca poco a poco? ¿Por qué nos encontrábamos conversando mientras esperábamos nuestros autobuses? Jamás olvidaré los mocasines azul marino que usaba. Nadie más, que yo conociera, usaba unos zapatos tan extraordinarios. Las palabras de mi madre aparecían a menudo en mi cabeza, pero yo todavía las quería borrar.

En el verano después del décimo grado, Mike y yo pasamos más tiempo juntos, en compañía de su novia, también conocida como mi mejor amiga, y otros. Ese verano Mike partió hacia México en un programa para aprender español. Me di cuenta que en verdad lo extrañaba. Cuando regresó en agosto, me llamó y vino a casa. Se veía tan adorable con la piel bronceada y su porte mundano. Todavía no hablaba una palabra de español, pero estaba tan guapo. Era el 19 de agosto de 1968 cuando nos miramos frente a la puerta de mi casa y nos dimos cuenta que necesitábamos estar juntos. Claro que teníamos que esperar hasta después de la cita que yo tenía esa noche con otro muchacho. Le dije a mi pretendiente que iba a empezar a salir con Mike, por lo que tenía que regresar a casa temprano. Mike le dijo a su novia, con quien rompía y volvía una y otra vez, que rompían otra vez y para siempre.

Mantuvimos nuestra relación en secreto hasta que la pudiéramos anunciar orgullosamente en la siguiente fiesta. Llegamos tarde, y abiertamente anunciamos a todos nuestros amigos que oficialmente éramos una pareja. Nadie pareció sorprendido, ya que todo lo que se oyó fue, "por fin".

Después de graduarme de secundaria me fui a la universidad. Aguanté 10 semanas hasta que pude hacer mi cambio a una universidad más próxima para estar cerca de Mike. El 18 de junio de 1972 nos casamos. Yo tenía 19 años, y Mike 20. Establecimos nuestro nido de amor en la residencia para casados mientras ambos terminábamos la universidad. Yo me gradué de maestra de educación especial, mientras que Mike continuó en la escuela de medicina.

Ahora, 25 años después, yo les sonrío a nuestra hermosa hija Lauren y a nuestro guapo hijo Alex. Aunque el legado de sus padres hace que ellos vean las relaciones de secundaria algo diferente, ellos jamás tendrán que preocuparse de que sus padres les digan "No lo tomes tan en serio; es sólo un amor de adolescencia".

Fran Leb


Cómo perdí a una señorita maravillosa


Jamás pierdes cuando amas. Siempre pierdes cuando te cohibes.

Barbara De Angelis, Ph.D.

Jamás olvidaré el día en que vi por primera vez "un sueño caminando". Su nombre era Susie Summers (cambié el nombre para proteger lo fantástico). Su sonrisa, que brillaba debajo de dos ojos que centelleaban, era fabulosa y hacía que quienes la recibían (en especial los muchachos), se sintieran algo muy especial.

Aunque su belleza física era sorprendente, su invisible belleza es la que siempre recordaré. Su preocupación por los demás era verdadera y tenía un extraordinario talento para escuchar. Su sentido del humor hacía que tu día completo brillara y sus sabias palabras eran siempre exac-tamente lo que necesitabas escuchar. No sólo era admirada por todos, sino genuinamente respetada. Con todo en el mundo para ser vanidosa, era sumamente modesta.

No es necesario decir que era el sueño de todos los muchachos. En especial el mío. Conseguí acompañarla a clase una vez al día, y una vez incluso llegué a almorzar solo con ella. Me sentí en la cumbre del mundo.

"Si pudiera tener una novia como Susie Summers, jamás volvería a poner mi vista en otra mujer", solía pensar. Pero consideraba que alguien tan maravilloso sólo podría salir con alguien mucho mejor que yo. Y aunque yo era presidente del cuerpo estudiantil, sabía que no tenía ni la más remota posibilidad.

Así que al graduarme le dije adiós a mi primer gran amor.

Un año después encontré a su mejor amiga en un centro comercial y almorzamos juntos. Con un nudo en la garganta, le pregunté por Susie.

"Bueno, ya se recuperó de ti", fue la respuesta.

"¿De qué hablas?", le pregunté.

"Fuiste en verdad cruel con ella al hacerla pensar que la cortejabas, siempre acompañándola a clase y haciéndola creer que te interesaba. ¿Recuerdas aquella ocasión en que comieron juntos? Bueno, estuvo frente al teléfono todo el fin de semana, estaba segura de que la llamarías y le pedirías que saliera contigo."

Temía tanto el rechazo, que nunca me arriesgué a que conociera mis sentimientos. Supón que le hubiese pedido que saliera conmigo y que me hubiese respondido que no. ¿Qué es lo peor que podría haber sucedido? Que no hubiese salido con ella. Bueno, ¿sabes qué? DE CUALQUIER MODO NO SALÍ CON ELLA. ¡Lo que peor sienta es pensar que tal vez pude haberlo hecho!

Jack Schlatter


Mi espectacular primer beso


Yo fui una adolescente muy tímida, igual que mi primer novio. Estábamos en el segundo año de secundaria, en una ciudad pequeña. Ya llevábamos saliendo juntos seis meses, siempre nerviosamente tomados de la mano, viendo en verdad películas y hablando de nada en particular. Muchas veces casi llegamos a besarnos, ambos sabíamos que queríamos un beso, pero ninguno tenía el valor de dar el primer paso.

Finalmente, sentados en el sillón de mi casa, él decidió intentarlo. Hablábamos del tiempo (de verdad), y entonces él se inclinó hacia delante. Yo me puse un cojín en la cara para impedírselo, así que besó el cojín.

Deseaba taaaanto que me besara, pero estaba demasiado nerviosa como para permitir que se me acercara. Así que me retiré un poco. Él se me acercó. Hablamos de la película (¡qué importaba!), se inclinó de nuevo hacia mí, pero se lo impedí de nuevo.

Llegué al otro extremo del sillón. Él atrás de mí, y seguíamos conversando. Él se inclinó … yo me levanté (me debe haber dado un calambre en las piernas). Me dirigí hacia la puerta principal y ahí me quedé parada, apoyada contra la pared con los brazos cruzados y exclamé impaciente, "Bueno, ¿me vas a besar o no?".

"Sí", respondió. Así que me estiré, cerré los ojos, plegué los labios y levanté la cara. Esperé… y esperé. (¿Por qué no me besaba?) Abrí los ojos y justo venía hacia mí. Sonreí.

¡ME BESÓ LOS DIENTES!

Pude haberme muerto ahí.

Se fue.

Me preguntaba si él le habría contado a alguien mi tonta conducta. Como yo era extremada y dolorosamente tímida, prácticamente me escondí durante los siguientes dos años, lo que hizo que no volviera a tener otro pretendiente durante la secundaria. Por cierto, cuando caminaba por el corredor de la escuela, si veía que él o algún otro muchacho guapo venía hacia mí, de inmediato entraba al salón más cercano hasta que pasaban. Y se trataba de muchachos que había conocido desde el jardín de niños.

Durante el primer año de universidad decidí ya no ser tímida. Quería aprender a besar con confianza y gracia. Y lo conseguí.

En la primavera regresé a casa. Visité mi último lugar de reunión preferido y a quién crees que vi sentado en la barra, a mi viejo compañero de beso. Fui directo a su banquillo y lo toqué en el hombro. Sin vacilar lo tomé entre mis brazos, lo incliné en su banquillo y le acomodé mi beso más agresivo. Lo levanté de nuevo, le eché una mirada de victoria y exclamé, "¡Ahí tienes!".

Señaló a la dama sentada a su lado y respondió, "Mary Jane, me gustaría presentarte a mi esposa".

Mary Jane West-Delgado


Cambios en la vida


Tenía yo 16 años y estaba en el penúltimo año de secundaria, y lo peor que me podía suceder, me sucedió. Mis padres decidieron que la familia se mudaba de Tejas a Arizona. Tenía dos semanas para arreglar todos mis "asuntos" y mudarme antes de que empezara la escuela. Tenía que dejar mi primer trabajo, a mi novio y a mi mejor amiga, y tratar de empezar una nueva vida. Despreciaba a mis padres por arruinar mi vida.

A todo el mundo le dije que no quería vivir en Arizona y que regresaría a Tejas a la primera oportunidad. Cuando llegué a Arizona, me aseguré de que todos supieran que tenía un novio y una mejor amiga esperándome en Tejas. Estaba determinada a guardar mi distancia de todos; de cualquier modo me iría pronto.

Llegó el primer día de clases y me sentí muy desdichada. Sólo podía pensar en mis amigos de Tejas y lo mucho que deseaba estar con ellos. Por una temporada sentí que mi vida no tenía sentido. Sin embargo, con el tiempo las cosas mejoraron un poco.

Fue durante mi clase de contabilidad del segundo periodo que lo vi por primera vez. Era alto, pulcro y realmente bien parecido. Nunca había visto yo unos ojos azules tan hermosos como los suyos. Estaba sentado a sólo tres lugares de mí en la primera hilera de la clase. Como consideraba que no tenía nada que perder, decidí hablarle.

"Hola, mi nombre es Sheila, ¿y el tuyo?", pregunté con acento tejano.

El muchacho junto a él pensó que me dirigía a él. "Mike."

"Ah, hola, Mike", le respondí por no ser descortés. "¿Cómo te llamas?", pregunté de nuevo, dirigiendo mi atención a este muchacho de ojos azules.

Miró hacia atrás, no creía que le estuviera preguntando yo a él su nombre. "Chris", respondió en voz baja.

"Hola, Chris", sonreí. Y me puse a trabajar.

Chris y yo nos hicimos amigos. Nos gustaba conversar en clase. Chris era deportista y yo estaba en la banda de la escuela; en secundaria la presión de los compañeros demandaba que no se mezclaran socialmente los dos grupos. Nuestros caminos se cruzaban de cuando en cuando en ocupaciones escolares; pero en general, nuestra amistad se limitó a las cuatro paredes del salón de contabilidad.

Chris se graduó ese año y por algún tiempo se separaron nuestros caminos. Después, un día llegó a verme a la tienda de la plaza comercial donde trabajaba. Me dio mucho gusto verlo. Tomó la costumbre de visitarme en mis descansos y empezamos a conversar de nuevo. La presión de sus amigos deportistas había disminuido y nos hicimos muy buenos amigos. Mi relación con mi novio de Tejas ya no me era tan importante. Sentía que mi relación con Chris crecía, que tomaba el lugar de mi relación de Tejas.

Había pasado un año desde que salí de Tejas y Arizona empezaba a parecer mi hogar. Chris fue mi acompañante en mi baile de gala cuando salí de secundaria; fuimos tres parejas juntas, nosotros y dos de sus amigos deportistas con sus parejas. La noche de mi baile de gala cambió nuestra relación para siempre, sus amigos me aceptaron y eso hizo que Chris se sintiera mejor. Finalmente nuestra relación podía quedar al descubierto.

Chris fue una persona muy importante para mí durante esa época de mi vida tan difícil. Con el tiempo, de nuestra relación surgió un amor muy fuerte. Ahora comprendo que mis padres no mudaron a la familia a Arizona para lastimarme, aunque en aquellos momentos eso sentí. Ahora creo firmemente que todo sucede por alguna razón. Porque si no me hubiera mudado a Arizona, jamás habría conocido al hombre de mis sueños.

Sheila K. Reyman


Un amor de secundaria que no olvido


Cuando lo veían caminar a través del campus de nuestra secundaria, casi para ningún estudiante pasaba inadvertido Bruce. Alto y desgarbado, era una réplica más delgada de James Dean, el cabello echado hacia atrás sobre la frente, y las cejas siempre levantadas cuando se enfrascaba en una conversación profunda. Era tierno, pensativo y profundo. Jamás lastimaría a nadie.

Me asustaba.

Acababa yo de romper con mi novio, el cual no era muy inteligente, uno de esos con quien una anda y a quien una regresa 30 veces por puro mal hábito, cuando Bruce me atajó en un pasaje del campus una mañana para caminar conmigo. Me ayudó a cargar mis libros y me hizo reír varias veces. Me gustaba. En verdad me gustaba.

Me asustaba porque era brillante. Pero al final comprendí que estaba más asustada de mí misma que de él.

Empezamos a caminar juntos más en la escuela. Levantaba la cara desde mi atiborrado casillero, con el corazón latiendo muy rápido, preguntándome si algún día me besaría. Nos habíamos estado viendo ya durante varias semanas y todavía no había intentado besarme.


(Continues...)

Excerpted from Sopa de Pollo para el Alma del Adolescente by Jack Canfield, Mark Victor Hansen, Kimberly Kirberger. Copyright © 2014 Chicken Soup for the Soul Publishing, LLC, y Kimberly Kirberger. Excerpted by permission of Chicken Soup for the Soul Publishing.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents

Contents

Introducción,
1. SOBRE LAS RELACIONES,
Después de un tiempo Veronica A. Shoffstall,
Espíritus afines Fran Leb,
Cómo perdí a una señorita maravillosa Jack Schlatter,
Mi espectacular primer beso Mary Jane West-Delgado,
Cambios en la vida Sheila K. Reyman,
Un amor de secundaria que no olvido Diana L. Chapman,
2. SOBRE LA AMISTAD,
Una sencilla tarjeta de Navidad Theresa Peterson,
Me dijo que podía llorar Daphna Renan,
Los días de las cajas de cartón Eva Burke,
3. SOBRE LA FAMILIA,
Ella no me abandonó Sharon Whitley,
Mamá incondicional Sarah J. Vogt,
El día del nacimiento Melissa Esposito,
El jonrón Terri Vandermark,
Mi hermano mayor Lisa Gumenick,
La voz de un hermano James Malinchak,
Lecciones de béisbol Chick Moorman,
Te quiero, papá Nick Curry III,
Volver a casa Jennie Garth,
4. SOBRE EL AMOR Y LA BONDAD,
Tigresa Judith S. Johnessee,
Un corazón luminoso Jennifer Love Hewitt,
El secreto de la felicidad The Speaker's Sourcebook,
La sonrisa Barbara Hauck,
La señora Link Susan Daniels Adams,
Un regalo para dos Andrea Hensley,
La vida definitivamente no trata de … Katie Leicht,
Dígaselo al mundo por mí John Powell, S.J.,
Primero quiere a la gente Kent Nerburn,
Cada primavera florecen las lilas blue jean magazine,
El pincel Bettie B. Youngs,
5. SOBRE EL APRENDIZAJE,
Lo que aprendí de una docena de huevos Kimberly Kirberger,
Una larga caminata a casa Jason Bocarro,
El precio de la gratitud Randal Jones,
Señora Virginia DeView, ¿dónde está? Diana L. Chapman,
¿Cuál es el problema? The Speaker's Sourcebook,
Las eternas dádivas Jack Schlatter,
Yo soy … Amy Yerkes,
Sparky Bits & Pieces,
De haber sabido Kimberly Kirberger,
6. SITUACIONES TRÁGICAS,
Sólo un trago Chris Laddish,
El baile Tony Arata,
Muerto a los 17 John Berrio,
Ganador de la medalla de oro Rick Metzger,
Desiderátum Max Ehrmann,
7. INICIATIVAS CON IMPACTO,
¿Qué es el éxito? Ralph Waldo Emerson,
Sé audaz … ¡quédate en la escuela! Jason Summey,
Valor en acción Bill Sanders,
Enciende tu luz Eric Allenbaugh,
El ala rota Jim Hullihan,
8. ¡LUCHA POR LO QUE QUIERES!,
Volveré a jugar Jack Cavanaugh,
Tan sólo yo mismo Tom Krause,
Los sepultureros de Parkview Junior High Kif Anderson,
La carta de derechos de los adolescentes Lia Gay, Jamie Yellin, Lisa Gumenick, Hana Ivanhoe, Bree Able y Lisa Rothbard,
El muchacho que conversaba con los delfines Paula McDonald,
La pequeña salvaje Jennifer Philbin,
Una carrera para alcanzar mi sueño Ashley Hodgeson,
De las muletas a corredor de categoría mundial The Speaker's Sourcebook,
Si Rudyard Kipling,
Desperté sin pelo Jennifer Rosenfeld y Alison Lambert,
¡Lo conseguí! Mark E. Smith,
Estoy creciendo Brooke Mueller,
Un nuevo inicio Paula (Bachleda) Koskey,
¿Quién es Jack Canfield?,
¿Quién es Mark Victor Hansen?,
¿Quién es Kimberly Kirberger?,
Colaboradores,
Licencias,

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