Esta obra nos permite observar un tiempo muy distante, nebuloso, olvidado. Donde realidades dolorosas, sucesos, anécdotas y el dolor de la vida pasaba inadvertida. Se puede vislumbrar el lamento en prosa por el desdén, la sátira y la calumnia, del que hundido en pobreza busca refrescar su vida con un poco de amor o quizá desengaño. La autora se apega a experiencias vividas, optimismos, tiempos, sazones de la realidad de una época. Señala en sus poemas ironías del medio ambiente que al parecer no tienen remedio, y un cambio lo hacía peor que una ironía. En sus versos se palpan las promesas no cumplidas, el desengaños del amor y en una que otra prosa se siente la palpitación de un pueblo haciendo surcos sin yuntas o podaderas. Más intensamente, señala que no hay esclavitud sin libertad. En muchos de sus versos deja que su oprimido espíritu se embriague en las sazones de un tiempo. Luego desprendiéndose de ese pasado se adhiere como la hiedra a muchas otras promesas y una nueva esperanza. Esperanza que le imite poder y aguante. En su aguante revive sus últimos tiempos y dejando la neblina matinal a un lado hace un despertar a nuevas tiempos y sazones. Su nueva carrera por la vida hace brillar su luz mientras en su corazón con entalladuras de oro deja estas palabras escritas: “La esperanza tiene poder”.
